jueves, 28 de enero de 2010

MI COSMOVISION

MI COSMOVISION

QUIEN SOY?
SOY UN HIJO DE DIOS
1 Juan 3:1 : “mirad cual amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios.”


DE DONDE VENGO?

VENGO DE LAS MANOS DEL CREADOR
Génesis 1:27: “ y creo Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creo.”

A DONDE VOY?
A UN LUGAR QUE DIOS TIENE PREPARADO
Juan 14:2: “en la casa de mi Padre muchas moradas hay; si a si no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy pues , a preparar lugar para vosotros.”

POR QUE ESTOY AQUÍ?
ESTOY AQUÍ POR QUE DIOS TIENE UN PLAN PARA MI
Jeremias 29:11: “ por que yo se los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis”


TENGO YA UNA META FIJADA?

SI, TERMINAR MI CARRERA Y TRABAJAR PARA LA OBRA
Filipenses 3:12-14
“no que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que esta adelante. Prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.”

martes, 26 de enero de 2010

BIOGRAFIAS

ARISTOTELES

Aristóteles nació en el año 384 a.C. en una pequeña localidad macedonia cercana al monte Athos llamada Estagira, de donde proviene su sobrenombre, el Estagirita. Su padre, Nicómaco, era médico de la corte de Amintas III, padre de Filipo y, por tanto, abuelo de Alejandro Magno. Nicómaco pertenecía a la familia de los Asclepíades, que se reclamaba descendiente del dios fundador de la medicina y cuyo saber se transmitía de generación en generación. Ello invita a pensar que Aristóteles fue iniciado de niño en los secretos de la medicina y de ahí le vino su afición a la investigación experimental y a la ciencia positiva. Huérfano de padre y madre en plena adolescencia, fue adoptado por Proxeno, al cual pudo mostrar años después su gratitud adoptando a un hijo suyo llamado Nicanor.
En el año 367, es decir, cuando contaba diecisiete años de edad, fue enviado a Atenas para estudiar en la Academia de Platón. No se sabe qué clase de relación personal se estableció entre ambos filósofos, pero, a juzgar por las escasas referencias que hacen el uno del otro en sus escritos, no cabe hablar de una amistad imperecedera. Lo cual, por otra parte, resulta lógico si se tiene en cuenta que Aristóteles iba a iniciar su propio sistema filosófico fundándolo en una profunda critica al platónico. Ambos partían de Sócrates y de su concepto de eidos, pero las dificultades de Platón para insertar su mundo eidético, el de las ideas, en el mundo real obligaron a Aristóteles a ir perfilando términos como «sustancia», «esencia» y «forma» que le alejarían definitivamente de la Academia. En cambio es absolutamente falsa la leyenda según la cual Aristóteles se marchó de Atenas despechado porque Platón, a su muerte, designase a su sobrino Espeusipo para hacerse cargo de la Academia. En su condición de macedonio Aristóteles no era legalmente elegible para ese puesto.
Alejandro Magno en el horizonte
A la muerte de Platón, ocurrida en el 348, Aristóteles contaba treinta y seis años de edad, habla pasado veinte de ellos simultaneando la enseñanza con el estudio y se encontraba en Atenas, como suele decirse, sin oficio ni beneficio. Así que no debió de pensárselo mucho cuando supo que Hermias de Atarneo, un soldado de fortuna griego (por más detalles, eunuco) que se habla apoderado del sector noroeste de Asia Menor, estaba reuniendo en la ciudad de Axos a cuantos discípulos de la Academia quisieran colaborar con él en la helenización de sus dominios. Aristóteles se instaló en Axos en compañía de Xenócrates de Calcedonia, un colega académico, y de Teofrasto, discípulo y futuro heredero del legado aristotélico.
El Estagirita pasaría allí tres años apacibles y fructíferos, dedicándose a la enseñanza, a la escritura (gran parte de su Política la redactó allí) y a la reproducción, ya que primero se casó con una sobrina de Hermias llamada Pitias, con la que tuvo una hija. Pitias debió de morir muy poco después y Aristóteles se unió a otra estagirita, de nombre Erpilis, que le dio un hijo, Nicómaco, al que dedicaría su Ética. Dado que el propio Aristóteles dejó escrito que el varón debe casarse a los treinta y siete años y la mujer a los dieciocho, resulta fácil deducir qué edades debían tener una y otra cuando se unió a ellas.
Tras el asesinato de Hermias, en el 345, Aristóteles se instaló en Mitilene (isla de Lesbos), dedicándose, en compañía de Teofrasto, al estudio de la biología. Dos años más tarde, en el 343, fue contratado por Filipo de Macedonia para que se hiciese cargo de la educación de su hijo Alejandro, a la sazón de trece años de edad. Tampoco se sabe mucho de la relación entre ambos, ya que las leyendas y las falsificaciones han borrado todo rastro de verdad. Pero de ser cierto el carácter que sus contemporáneos atribuyen a Alejandro (al que tachan unánimemente de arrogante, bebedor, cruel, vengativo e ignorante), no se advierte rasgo alguno de la influencia que Aristóteles pudo ejercer sobre él. Como tampoco se advierte la influencia de Alejandro sobre su maestro en el terreno político, pues Aristóteles seguía predicando la superioridad de las ciudades estado cuando su presunto discípulo estaba poniendo ya las bases de un imperio universal sin el que, al decir de los historiadores, la civilización helénica hubiera sucumbido mucho antes.
La vuelta a casa
Poco después de la muerte de Filipo, Alejandro hizo ejecutar a un sobrino de Aristóteles, Calístenes de Olinto, a quien acusaba de traidor. Conociendo el carácter vengativo de su discípulo, Aristóteles se refugió un año en sus propiedades de Estagira, trasladándose en el 334 a Atenas para fundar, siempre en compañía de Teofrasto, el Liceo, una institución pedagógica que durante años habría de competir con la Academia platónica, dirigida en ese momento por su viejo camarada Xenócrates de Calcedonia.
Los once años que median entre su regreso a Atenas y la muerte de Alejandro, en el 323, fueron aprovechados por Aristóteles para llevar a cabo una profunda revisión de una obra que, al decir de Hegel, constituye el fundamento de todas las ciencias. Para decirlo de la forma más sucinta posible, Aristóteles fue un prodigioso sintetizador del saber, tan atento a las generalizaciones que constituyen la ciencia como a las diferencias que no sólo distinguen a los individuos entre sí, sino que impiden la reducción de los grandes géneros de fenómenos y las ciencias que los estudian. Como él mismo dice, los seres pueden ser móviles e inmóviles, y al mismo tiempo separados (de la materia) o no separados. La ciencia que estudia los seres móviles y no separados es la física; la de los seres inmóviles y no separados es la matemática, y la de los seres inmóviles y separados, la teología.



La amplitud y la profundidad de su pensamiento son tales que fue preciso esperar dos mil años para que surgiese alguien de talla parecida. Y durante ese período su autoridad llegó a quedar tan establecida e incuestionada como la que ejercía la Iglesia, y tanto en la ciencia como en la filosofía todo intento de avance intelectual ha tenido que empezar con un ataque a cualquiera de los principios filosóficos aristotélicos.
Sin embargo, el camino seguido por el pensamiento de Aristóteles hasta alcanzar su actual preeminencia es tan asombroso que, aun descontando lo que la leyenda haya podido añadir, parece un argumento de novela de aventuras.
La aventura de los manuscritos
Con la muerte de Alejandro, en el 323, se extendió en Atenas una oleada de nacionalismo (antimacedonio) desencadenado por Demóstenes, hecho que le supuso a Aristóteles enfrentarse a una acusación de impiedad. No estando en su ánimo repetir la aventura de Sócrates, Aristóteles se exilió a la isla de Chalcis, donde murió en el 322. Según la tradición, Aristóteles le cedió sus obras a Teofrasto, el cual se las cedió a su vez a Neleo, quien las envió a casa de sus padres en Esquepsis sólidamente embaladas en cajas y con la orden de que las escondiesen en una cueva para evitar que fuesen requisadas con destino a la biblioteca de Pérgamo.
Muchos años después, los herederos de Neleo se las vendieron a Apelicón de Teos, un filósofo que se las llevó consigo a Atenas. En el 86 a.C., en plena ocupación romana, Sila se enteró de la existencia de esas cajas y las requisó para enviarlas a Roma, donde fueron compradas por Tiranión el Gramático. De mano en mano, esas obras fueron sufriendo sucesivos deterioros hasta que, en el año 60 a.C., fueron adquiridas por Andrónico de Rodas, el último responsable del Liceo, quien procedió a su edición definitiva. A él se debe, por ejemplo, la invención del término «metafísica», título bajo el que se agrupan los libros VII, VIII y IX y que significa, sencillamente, que salen a continuación de la física.
Con la caída del Imperio romano, las obras de Aristóteles, como las del resto de la cultura grecorromana, desaparecieron hasta que, bien entrado el siglo XIII, fueron recuperadas por el árabe Averroes, quien las conoció a través de las versiones sirias, árabes y judías. Del total de 170 obras que los catálogos antiguos recogían, sólo se han salvado 30, que vienen a ocupar unas 2.000 páginas impresas. La mayoría de ellas proceden de los llamados escritos «acroamáticos», concebidos para ser utilizados como tratados en el Liceo y no para ser publicados. En cambio, todas las obras publicadas en vida del propio Aristóteles, escritas para el público general en forma de diálogos, se han perdido.








Jean-Jacques Rousseau

(Ginebra, Suiza, 1712-Ermenonville, Francia, 1778) Filósofo suizo. Huérfano de madre desde temprana edad, Jean-Jacques Rousseau fue criado por su tía materna y por su padre, un modesto relojero. Sin apenas haber recibido educación, trabajó como aprendiz con un notario y con un grabador, quien lo sometió a un trato tan brutal que acabó por abandonar Ginebra en 1728.
Fue entonces acogido bajo la protección de la baronesa de Warens, quien le convenció de que se convirtiese al catolicismo (su familia era calvinista). Ya como amante de la baronesa, Jean-Jacques Rousseau se instaló en la residencia de ésta en Chambéry e inició un período intenso de estudio autodidacto.
En 1742 Rousseau puso fin a una etapa que más tarde evocó como la única feliz de su vida y partió hacia París, donde presentó a la Academia de la Ciencias un nuevo sistema de notación musical ideado por él, con el que esperaba alcanzar una fama que, sin embargo, tardó en llegar. Pasó un año (1743-1744) como secretario del embajador francés en Venecia, pero un enfrentamiento con éste determinó su regreso a París, donde inició una relación con una sirvienta inculta, Thérèse Levasseur, con quien acabó por casarse civilmente en 1768 tras haber tenido con ella cinco hijos.
Rousseau trabó por entonces amistad con los ilustrados, y fue invitado a contribuir con artículos de música a la Enciclopedia de D’Alembert y Diderot; este último lo impulsó a presentarse en 1750 al concurso convocado por la Academia de Dijon, la cual otorgó el primer premio a su Discurso sobre las ciencias y las artes, que marcó el inicio de su fama.
En 1754 visitó de nuevo Ginebra y retornó al protestantismo para readquirir sus derechos como ciudadano ginebrino, entendiendo que se trataba de un puro trámite legislativo. Apareció entonces su Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres, escrito también para el concurso convocado en 1755 por la Academia de Dijon. Rousseau se enfrenta a la concepción ilustrada del progreso, considerando que los hombres en estado natural son por definición inocentes y felices, y que son la cultura y la civilización las que imponen la desigualdad entre ellos, en especial a partir del establecimiento de la propiedad, y con ello les acarrea la infelicidad.
En 1756 se instaló en la residencia de su amiga Madame d’Épinay en Montmorency, donde redactó algunas de sus obras más importantes. Julia o la Nueva Eloísa (1761) es una novela sentimental inspirada en su pasión –no correspondida– por la cuñada de Madame d’Épinay, la cual fue motivo de disputa con esta última.
En Del contrato social (1762), Rousseau intenta articular la integración de los individuos en la comunidad; las exigencias de libertad del ciudadano han de verse garantizadas a través de un contrato social ideal que estipule la entrega total de cada asociado a la comunidad, de forma que su extrema dependencia respecto de la ciudad lo libere de aquella que tiene respecto de otros ciudadanos y de su egoísmo particular. La voluntad general señala el acuerdo de las distintas voluntades particulares, por lo que en ella se expresa la racionalidad que les es común, de modo que aquella dependencia se convierte en la auténtica realización de la libertad del individuo, en cuanto ser racional.
Finalmente, Emilio o De la educación (1762) es una novela pedagógica, cuya parte religiosa le valió la condena inmediata por parte de las autoridades parisinas y su huida a Neuchâtel, donde surgieron de nuevo conflictos con las autoridades locales, de modo que en 1766, aceptó la invitación de David Hume para refugiarse en Inglaterra, aunque al año siguiente regresó al continente convencido de que Hume tan sólo pretendía difamarlo.
A partir de entonces Rousseau cambió sin cesar de residencia, acosado por una manía persecutoria que lo llevó finalmente de regreso a París en 1770, donde transcurrieron los últimos años de su vida, en los que redactó sus escritos autobiográficos.

Herbert Spencer

(Derby, 1820 - Brighton, 1903) Filósofo inglés, la más destacada figura del evolucionismo filosófico. Fue el primogénito y el único superviviente de los seis hijos de William George y Harriet Holms. De salud precaria, poseyó, en cambio, una mente lúcida, una voluntad tenaz y un espíritu intolerable en cuanto a autoridad y dogmas. Recibió la formación de su padre y su tío -ambos maestros-, y, en particular, de sus experiencias y lecturas personales. Cuando joven, no quiso frecuentar la Universidad, y ya anciano y famoso, rechazó siempre los numerosos honores y nombramientos que las instituciones docentes y académicas intentaron ofrecerle.
Situado entre el metodismo de su madre y las simpatías de su padre hacia los cuáqueros, se manifestó independiente; y así, permaneció ajeno a vínculos políticos y profesionales, y ni tan sólo quiso doblegarse al del matrimonio. Llegó incluso a considerar la cultura como posible limitación de la libertad; a causa de ello no leyó mucho, ni aun textos filosóficos (no parece haber conocido muy profundamente a Kant). No por esto era misántropo, antes al contrario: amó la conversación, frecuentó las tertulias y el teatro y tuvo muchos amigos, entre los cuales figuraron Mill, Huxley, Tyndall y George Eliot.
Adversario del imperialismo en política y del socialismo en sociología, cuando participó en aquélla -como ocurrió en 1842- lo hizo en sentido democrático. Su formación resultó esencialmente científica y técnica; sintió afición a los experimentos y a las colecciones. Se desinteresó, sin embargo, de las lenguas y particularmente del mundo clásico, griego y latino. Ajeno por completo a los valores artísticos, no vacilaba, sin embargo, en juzgar acerca de ellos, ingenuamente seguro de sí mismo, rasgo que en él fue algo congénito; de ahí sus pasmosas apreciaciones sobre Rafael, Wagner, Homero, Platón.
La mente de Spencer, exclusivamente lógica y racional, sólo hallaba satisfacción plena en las elaboraciones sistemáticas. El primer texto de interés general de nuestro autor es un conjunto de cartas escritas para The Nonconformist sobre el problema de los límites de la autoridad estatal, Letters on the Proper Sphere of Government (1842). En 1844 estuvo empleado un mes en la redacción de The Pilot, de Manchester, y se ocupó, por primera vez en serio, de metafísica y psicología después de leer el Sistema de lógica de Mill y la parte inicial de la Crítica de la razón pura de Kant. Entre 1844 y 1846 actuó de vez en cuando como ingeniero ferroviario.
En 1848 ingresó en la redacción de The Economist; tal circunstancia marcó el fin de su labor en la ingeniería y el principio de su actividad de escritor y filósofo. Por entonces había publicado ya diversos panfletos en los que propugnaba una limitación radical de la esfera de intervención del Estado en la sociedad, a partir de una interpretación individualista del evolucionismo. Sus teorías se hallan en la base del posterior darwinismo social, al afirmar que el Estado debe proteger la libre acción de la selección natural en la sociedad, como fuente de progreso. En 1850 apareció la Estática social, obra que despertó cierto interés y orientó decisivamente a su autor hacia la vocación filosófica.
En 1853 abandonó su trabajo en The Economist y renunció a cualquier otro empeño para dedicarse exclusivamente a la elaboración de su sistema de filosofía sintética; sentía, en efecto, como misión propia, establecer una interpretación racionalmente sistemática del mundo, apoyada en una base científica, y dio una muestra de ello en los Principios de psicología -texto que apareció en 1855 sin despertar demasiado interés- y, en 1859, el esbozo general en un prospecto.
Firme en el propósito que le inducía a ofrecer al positivismo la concepción sintética del mundo que todavía le faltaba, Spencer empleó treinta y seis años en esta empresa tenaz, que llevó a cabo incluso a través de dificultades económicas y perturbaciones de la salud. Ésta, siempre débil, le impedía el ejercicio regular de cualquier ocupación; raramente podía dedicar al trabajo más de tres horas diarias, y no pocas veces había de abandonarlo por completo durante meses y aun años enteros, como le ocurrió entre 1886 y 1889.
Para hacer frente con eficacia a los gastos de la obra procuró publicarla por entregas y mediante suscripción. La primera de aquéllas apareció en 1860; a ella siguieron, en períodos de tres meses, cada una de las restantes, con lo que el tomo inicial -Primeros principios - quedó ya listo en junio de 1862. Sin embargo, la esperanza según la cual los gastos iban a quedar cubiertos por las suscripciones se reveló muy pronto ilusoria. Y así, no estando dispuesto a experimentar ulteriores pérdidas, en 1865 Spencer comunicó a los suscriptores la suspensión de la obra.
Salió airoso de tan difícil trance gracias a una modesta herencia paterna y, singularmente, al apoyo moral y económico de un admirador norteamericano, E. Livingston Youmans, quien quedó unido hasta su muerte (1887) al autor por una gran amistad. Gracias a este bienhechor los textos de Spencer fueron pronto conocidos en los Estados Unidos; y, así, el filósofo alcanzó la notoriedad y la fama en la otra orilla del océano antes que en su misma patria.
La empresa editorial siguió siendo todavía por algunos años un mal negocio; sin embargo, hacia 1870 la situación empezó a cambiar. Los libros de nuestro autor eran cada vez más solicitados y leídos, y pronto conocieron también las traducciones que habían de multiplicarse y extenderse incluso al sánscrito y al chino. Mientras tanto, en 1867 habían aparecido los Principios de biología, y, luego, vieron la luz la segunda edición de los Principles of psychology (1872), los Principios de sociología (1877) y los Data of Ethics (1879), primera parte del tratado sobre la ética tan apreciado por Spencer y completado con otras seis secciones, como, parecidamente, lo fue con siete la obra acerca de la sociología.
El autor vivió hasta 1898 en Londres, salvo en ocasión de dos largos viajes a la Europa meridional y a los Estados Unidos. En 1894 el filósofo sostuvo una célebre controversia con el famoso biólogo alemán A. Weismann, quien había refutado abiertamente la naturaleza hereditaria de los caracteres adquiridos, defendida precisamente por Spencer como principio fundamental e indispensable de su teoría evolucionista.
Cuando en 1896 apareció el último tomo de la Sociology, punto final del sistema y de los treinta y seis años de labor, el autor fue muy agasajado. En realidad, podía considerarse el filósofo más célebre de la época y el maestro del positivismo. Inglaterra le juzgaba con orgullo un genio nacional y toda Europa le reconocía y apreciaba como uno de las grandes hombres del siglo.
Durante los años siguientes Spencer no descansó, antes bien, se dedicó a la reconstitución y a la nueva edición de los tomos de su sistema, así como a la composición de artículos y ensayos. La crisis de la ciencia positivista y la aparición de otras corrientes filosóficas idealistas iban modificando, sin embargo, el ambiente cultural. Y así, a su muerte, ocurrida en Brighton, a donde se trasladara al abandonar Londres en 1898, el filósofo estaba a punto de quedar superado.
Las obras principales de Spencer son las anteriormente citadas; integran los once tomos del System of Synthetic Philosophy. Durante los años en cuyo transcurso no pudo atender a su labor filosófica (1886-89) empezó a componer la Autobiography, que terminó en 1894 y quiso publicar póstuma; vio la luz, efectivamente, en 1904, en dos volúmenes. Muy numerosos son los ensayos del autor, reunidos luego (1891) en tres tomos bajo el título de Scientific, Political and Speculative Essays.

Augusto Comte
Pensador francés, padre del positivismo (Montpellier, 1798 - París, 1857). Rompiendo con la tradición católica y monárquica de su familia, se orientó durante la época de la Restauración hacia el agnosticismo y las ideas revolucionarias. Desde 1817 se vinculó al socialista Saint-Simon, para el cual trabajó de secretario hasta su ruptura en 1824.
Descubierto bajo su influencia el problema social, Comte consagraría su esfuerzo a concebir un modo de resolverlo, cerrando la crisis abierta por la Revolución francesa y sus consecuencias. Halló la respuesta en la ciencia, hacia la que estableció un verdadero culto: el conocimiento objetivo que proporciona la ciencia debía aplicarse a la ordenación de los asuntos políticos, económicos y sociales, superando las ideologías apoyadas en la imaginación, los intereses o los sentimientos.
Contra la libertad de pensamiento, origen de la anarquía moral que atribuía a la Revolución, no oponía el dogma religioso o los principios de la tradición, sino la «ciencia positiva» que, al atenerse a los hechos tal como son, proporcionaba -según él- el único punto de apoyo sobre el que se podría edificar un futuro de «orden y progreso». Contrario al individualismo y a la democracia, confiaba en un mundo regido por el saber, en el que productores y banqueros ejercerían una especie de dictadura.
Tales ideas, fundamento del pensamiento positivista, tuvieron un gran éxito en los países occidentales desde mediados del siglo XIX, proporcionando un credo laico para el mundo del capitalismo liberal y de la industria triunfante. Sin embargo, Comte vivió una vida desgraciada: el exceso de trabajo le produjo problemas psiquiátricos, un intento de suicidio y el abandono de su mujer.
Su rebeldía y su intransigencia le impidieron insertarse en el mundo académico: expulsado en 1817 de la Escuela Politécnica, no pudo acabar sus estudios, que completó de forma autodidacta; luego, aunque llegó a enseñar en la misma escuela desde 1832, no pudo obtener cátedra en ella, y fue expulsado de nuevo en 1844. Sólo la ayuda económica de algunos admiradores (como Littré o John Stuart Mill) le salvó de la miseria.
En 1848 creó una Sociedad Positivista, que tuvo seguidores sobre todo en los países anglosajones. Su pensamiento, reflejado en obras como Curso de filosofía positiva (1830-42) o Sistema de política positivista (1851-54), ha ejercido influencia sobre las más diversas ramas del conocimiento (filosofía, medicina, historia, sociología…) y sobre corrientes políticas diversas (incluyendo el pensamiento reaccionario de Maurras).

Émile Durkheim

(Épinal, 1858 - París, 1917) Sociólogo y antropólogo francés. En 1879 Émile Durkheim ingresó en la Escuela Normal Superior de París, y se licenció en filosofía en 1882. Terminados sus estudios en la Normal se dedicó plenamente a la sociología.
Durante el curso 1885-1886 se trasladó a Alemania, desde donde envió a revistas francesas artículos sobre filosofía y ciencias positivas, colaboraciones gracias a las cuales fue nombrado profesor encargado de la asignatura de ciencia social y pedagogía de la universidad de Burdeos (1887).
En 1896 se le otorgó la cátedra y fundó la revista L'anée sociologique. En 1902 fue nombrado profesor de la cátedra de ciencias de la educación de la facultad de letras de París, enseñanza que simultaneó con la sociología hasta su muerte.
La primera obra importante de Durkheim es su tesis doctoral, De la division du travail social (1893). En 1895 publicó su segunda obra fundamental, Les règles de la méthode sociologique, que constituye un verdadero breviario de sociología.
Después de esta obra Émile Durkheim publicó una serie de artículos y trabajos en diferentes revistas o como colaboración en libros, entre los que merece mencionarse: Crime et Santé sociale (1895), La prohibition de l'inceste et ses origines (1896), De la définition des phénomènes religieux (1879-1898), Sur le totémisme (1901) y Les formes élémentaires de la vie religieuse (1912) en la que analiza el fenómeno religioso e inicia una exploración en el terreno de la sociología del conocimiento.

Talcott Parsons
(Colorado Springs, 1902 - Múnich, 1979) Sociólogo estadounidense cuya contribución más notable fue la difusión del concepto de "Acción Social". Tras licenciarse en el Amherst College de Massachusetts (1926), se trasladó a Europa, donde amplió estudios en la London School of Economics y en la Universidad de Heidelberg, en la que recibió el doctorado en 1927 con una tesis sobre el origen del capitalismo en la obra de Max Weber.
Comenzó a impartir clases de economía en la Universidad de Harvard; en 1931 pasó a enseñar sociología, y en 1944 obtuvo finalmente la cátedra de dicha disciplina en Harvard, donde entre 1946 y 1956 fue jefe del nuevo Departamento de Relaciones Sociales. Después de abandonar Harvard, dio clases durante tres años en la Universidad de Pensilvania como profesor visitante.
Junto a Merton, Talcott Parsons fue el más influyente representante del funcionalismo sociológico. Encuadrado inicialmente dentro de la teoría de la acción social, adoptó el funcionalismo desarrollando una teoría sistemática del comportamiento humano basado en el principio de la voluntariedad. En este contexto, Parsons propició la psicología dinámica moderna y la profundización del análisis comparativo de las estructuras sociales de Durkheim y Malinowski, y el método para el estudio comparativo de instituciones sociales de Weber.
Desde un análisis estructural-funcional y recogiendo la tradición teórica de autores europeos como Pareto, Marshall, Durkheim y el propio Weber, Parsons expuso en su más importante obra, La estructura de la acción social (1937), la "Teoría de la Acción" tal como él la concebía. El elemento más original expuesto en ella es el concepto de "acto unidad", formado por cuatro componentes: un actor, un fin, una acción -dividida a su vez en intelectual, expresiva, moral e instrumental- y unas normas y valores que determinan los tres anteriores; el objetivo es obtener de sus acciones el máximo de gratificación y el mínimo de privación, influido además por un complejo sistema de pautas variables y dimensiones interdependientes.
En sus trabajos posteriores hizo mayor hincapié en el impacto de la estructura social sobre los actores, con la adopción de un nuevo concepto: el "status-rol", o posición que ocupa un actor en el entramado de interacciones sociales. Su teoría ha sido criticada por autores como C. Wright-Mills, para quien Parsons sólo hace referencia a los rasgos constantes de la sociedad y obvia factores históricos evidentes en muchas sociedades contemporáneas, como el peso coercitivo del Estado, la manipulación ideológica o la influencia religiosa.
En 1949 fue nombrado Presidente de la Sociedad Americana de Sociología. Las obras fundamentales de Parsons son La estructura de la acción social, El sistema social, Hacia una teoría general de la acción, Estructura social y personalidad y El sistema de las sociedades modernas.






Max Weber
Sociólogo alemán (Erfurt, Prusia, 1864 - Múnich, Baviera, 1920). Max Weber era hijo de un jurista y político destacado del Partido Liberal Nacional en la época de Bismarck. Estudió en las universidades de Heidelberg, Berlín y Gotinga, interesándose especialmente por el Derecho, la Historia y la Economía.
Las primeras investigaciones de Max Weber versaron sobre temas económicos, algunas de ellas realizadas por cuenta de los intelectuales reformistas conocidos como «socialistas de cátedra». Desde 1893 fue catedrático en varias universidades alemanas, fundamentalmente en Heidelberg, salvo los años 1898-1906 en que, aquejado de fuertes depresiones, dejó la enseñanza para dedicarse a viajar y a investigar.
En 1909 fundó la Asociación Sociológica Alemana. Fue un gran renovador de las ciencias sociales en varios aspectos, incluyendo la metodología: a diferencia de los precursores de la sociología, Weber comprendió que el método de estas disciplinas no podía ser una mera imitación de los empleados por las ciencias físicas y naturales, dado que en los asuntos sociales intervienen individuos con conciencia, voluntad e intenciones que es preciso comprender. Propuso el método de los tipos ideales, categorías subjetivas que describen la intencionalidad de los agentes sociales mediante casos extremos, puros y exentos de ambigüedad, aunque tales casos no se hayan dado nunca en la realidad; Weber puso así los fundamentos del método de trabajo de la sociología moderna -y de todas las ciencias sociales-, a base de construir modelos teóricos que centren el análisis y la discusión sobre conceptos rigurosos.
El primer fruto de la aplicación de este método fue la obra de Weber sobre La ética protestante y el espíritu del capitalismo (1905); trabajando sobre los tipos ideales del «burgués», la «ética protestante» y el «capitalismo industrial», estudió la moral que proponían algunas sectas calvinistas de los siglos XVI y XVII para mostrar que la reforma protestante habría creado en algunos países occidentales una cultura social más favorable al desarrollo económico capitalista que la predominante en los países católicos.
En términos generales, puede decirse que Weber se esforzó por comprender las interrelaciones de todos los factores que confluyen en la construcción de una estructura social; y en particular reivindicó la importancia de los elementos culturales y las mentalidades colectivas en la evolución histórica, rechazando la exclusiva determinación económica defendida por Marx y Engels. Frente a la prioridad de la lucha de clases como motor de la historia en el pensamiento marxista, Weber prestó más atención a la racionalización como clave del desarrollo de la civilización occidental: un proceso guiado por la racionalidad instrumental plasmada en la burocracia.
Todos estos temas aparecen en su obra póstuma Economía y sociedad (1922). Políticamente, Weber fue un liberal democrático y reformista, que contribuyó a fundar el Partido Demócrata Alemán. Criticó los objetivos expansionistas de su país durante la Primera Guerra Mundial (1914-18). Y después de la derrota adquirió influencia política como miembro del comité de expertos que acudió en representación del gobierno alemán a la Conferencia de Paz de París (1918) y como colaborador de Hugo Preuss en la redacción de la Constitución republicana de Weimar (1919).

Karl Marx
Pensador socialista y activista revolucionario de origen alemán (Tréveris, Prusia occidental, 1818 - Londres, 1883). Karl Marx procedía de una familia judía de clase media (su padre era un abogado convertido recientemente al luteranismo). Estudió en las universidades de Bonn, Berlín y Jena, doctorándose en Filosofía por esta última en 1841.
Desde esa época, el pensamiento de Marx quedaría asentado sobre la dialéctica de Hegel, si bien sustituyó el idealismo de éste por una concepción materialista, según la cual las fuerzas económicas constituyen la infraestructura que determina en última instancia los fenómenos «superestructurales» del orden social, político y cultural.
En 1843 se casó con Jenny von Westphalen, cuyo padre inició a Marx en el interés por las doctrinas racionalistas de la Revolución francesa y por los primeros pensadores socialistas. Convertido en un demócrata radical, Marx trabajó algún tiempo como profesor y periodista; pero sus ideas políticas le obligaron a dejar Alemania e instalarse en París (1843).
Por entonces estableció una duradera amistad con Friedrich Engels, que se plasmaría en la estrecha colaboración intelectual y política de ambos. Fue expulsado de Francia en 1845 y se refugió en Bruselas; por fin, tras una breve estancia en Colonia para apoyar las tendencias radicales presentes en la Revolución alemana de 1848, pasó a llevar una vida más estable en Londres, en donde desarrolló desde 1849 la mayor parte de su obra escrita. Su dedicación a la causa del socialismo le hizo sufrir grandes dificultades materiales, superadas gracias a la ayuda económica de Engels.
Marx partió de la crítica a los socialistas anteriores, a los que calificó de «utópicos», si bien tomó de ellos muchos elementos de su pensamiento (de autores como Saint-Simon, Owen o Fourier); tales pensadores se habían limitado a imaginar cómo podría ser la sociedad perfecta del futuro y a esperar que su implantación resultara del convencimiento general y del ejemplo de unas pocas comunidades modélicas.
Por el contrario, Marx y Engels pretendían hacer un «socialismo científico», basado en la crítica sistemática del orden establecido y el descubrimiento de las leyes objetivas que conducirían a su superación; la fuerza de la Revolución (y no el convencimiento pacífico ni las reformas graduales) serían la forma de acabar con la civilización burguesa.
En 1848, a petición de una Liga revolucionaria clandestina formada por emigrantes alemanes, Marx y Engels plasmaron tales ideas en el Manifiesto Comunista, un panfleto de retórica incendiaria situado en el contexto de las revoluciones europeas de 1848.
Posteriormente, durante su estancia en Inglaterra, Marx profundizó en el estudio de la economía política clásica y, apoyándose fundamentalmente en el modelo de David Ricardo, construyó su propia doctrina económica, que plasmó en El Capital; de esa obra monumental sólo llegó a publicar el primer volumen (1867), mientras que los dos restantes los editaría después de su muerte su amigo Engels, poniendo en orden los manuscritos preparados por Marx.
Partiendo de la doctrina clásica, según la cual sólo el trabajo humano produce valor, Marx denunció la explotación patente en la extracción de la plusvalía, es decir, la parte del trabajo no pagada al obrero y apropiada por el capitalista, de donde surge la acumulación del capital. Criticó hasta el extremo la esencia injusta, ilegítima y violenta del sistema económico capitalista, en el que veía la base de la dominación de clase que ejercía la burguesía.
Sin embargo, su análisis aseguraba que el capitalismo tenía carácter histórico, como cualquier otro sistema, y no respondía a un orden natural inmutable como habían pretendido los clásicos: igual que había surgido de un proceso histórico por el que sustituyó al feudalismo, el capitalismo estaba abocado a hundirse por sus propias contradicciones internas, dejando paso al socialismo. La tendencia inevitable al descenso de las tasas de ganancia se iría reflejando en crisis periódicas de intensidad creciente hasta llegar al virtual derrumbamiento de la sociedad burguesa; para entonces, la lógica del sistema habría polarizado a la sociedad en dos clases contrapuestas por intereses irreconciliables, de tal modo que las masas proletarizadas, conscientes de su explotación, acabarían protagonizando la Revolución que daría paso al socialismo.
En otras obras suyas, Marx completó esta base económica de su razonamiento con otras reflexiones de carácter histórico y político: precisó la lógica de lucha de clases que, en su opinión, subyace en toda la historia de la humanidad y que hace que ésta avance a saltos dialécticos, resultado del choque revolucionario entre explotadores y explotados, como trasunto de la contradicción inevitable entre el desarrollo de las fuerzas productivas y el encorsetamiento al que las someten las relaciones sociales de producción.
También indicó Marx el sentido de la Revolución socialista que esperaba, como emancipación definitiva y global del hombre (al abolir la propiedad privada de los medios de producción, que era la causa de la alienación de los trabajadores), completando la emancipación meramente jurídica y política realizada por la Revolución burguesa (que identificaba con el modelo francés); sobre esa base, apuntaba hacia un futuro socialista entendido como realización plena de las ideas de libertad, igualdad y fraternidad, como fruto de una auténtica democracia; la «dictadura del proletariado» tendría un carácter meramente instrumental y transitorio, pues el objetivo no era el reforzamiento del poder estatal con la nacionalización de los medios de producción, sino el paso -tan pronto como fuera posible- a la fase comunista en la que, desaparecidas las contradicciones de clase, ya no sería necesario el poder coercitivo del Estado.
Marx fue, además, un incansable activista de la Revolución obrera. Tras su militancia en la diminuta Liga de los Comunistas (disuelta en 1852), se movió en los ambientes de los conspiradores revolucionarios exiliados, hasta que, en 1864, la creación de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) le dio la oportunidad de impregnar al movimiento obrero mundial de sus ideas socialistas. Gran parte de sus energías las absorbió la lucha, en el seno de aquella primera Internacional, contra el moderado sindicalismo de los obreros británicos y contra las tendencias anarquistas continentales representadas por Proudhon y Bakunin. Marx triunfó e impuso su doctrina como línea oficial de la Internacional, si bien ésta acabaría por hundirse como efecto combinado de las divisiones internas y de la represión desatada por los gobiernos europeos a raíz de la revolución de la Comuna de París (1870).
Retirado desde entonces de la actividad política, Marx siguió ejerciendo su influencia a través de sus discípulos alemanes (como Bebel o Liebknecht); éstos crearon en 1875 el Partido Socialdemócrata Alemán, grupo dominante de la segunda Internacional que, bajo inspiración decididamente marxista, se fundó en 1889.
Muerto ya Marx, Engels asumió el liderazgo moral de aquel movimiento y la influencia ideológica de ambos siguió siendo determinante durante un siglo. Sin embargo, el empeño vital de Marx fue el de criticar el orden burgués y preparar su destrucción revolucionaria, evitando caer en las ensoñaciones idealistas de las que acusaba a los visionarios utópicos; por ello no dijo apenas nada sobre el modo en que debían organizarse el Estado y la economía socialistas una vez conquistado el poder, dando lugar a interpretaciones muy diversas entre sus seguidores.
Dichos seguidores se escindieron entre una rama socialdemócrata cada vez más orientada a la lucha parlamentaria y a la defensa de mejoras graduales salvaguardando las libertades políticas individuales (Kautsky, Bernstein, Ebert) y una rama comunista que dio lugar a la Revolución bolchevique en Rusia y al establecimiento de Estados socialistas con economía planificada y dictadura de partido único (Lenin, Stalin, Mao).

Gabino Barreda


Gabino Barreda (Puebla, 19 de febrero de 1818 – Ciudad de México, 20 de marzo de 1881) fue un médico, filósofo y político mexicano. Primer director de la Escuela Nacional Preparatoria. Introdujo el método científico en la enseñanza elemental.
Nacido en la ciudad de Puebla, se trasladó a la ciudad de México para estudiar jurisprudencia en el antiguo Colegio de San Ildefonso. Su inclinación hacia las ciencias naturales lo hizo interrumpir la carrera de derecho para iniciar estudios de química en el Colegio de Minería y en 1843 ingresar a la Escuela Nacional de Medicina.
Durante la intervención estadounidense en 1846 participó en la defensa del territorio mexicano y fue hecho prisionero en la batalla del Molino del Rey. En 1847 al terminar la guerra, se trasladó a París para continuar sus estudios de medicina. Fue allá donde Pedro Contreras Elizalde, lo interesó en los cursos que impartía Augusto Comte, cuya influencia por el positivismo fue decisiva para Barreda.
De regreso a México, en 1853 trajo consigo los seis tomos del Cours de Philosophie Positive de Comte. Obtuvo el título de médico y posteriormente impartió las cátedra de Filosofía Médica en la Escuela Nacional de Medicina y más tarde la de Historia Natural y la de Patología General al crearse en la Facultad de México dicha asignatura.
Durante el segundo imperio en 1863 se trasladó a Guanajuato, donde viviría hasta 1867. El 16 de septiembre de 1867 pronunció la Oración cívica, cuyo contenido impresionó a Benito Juárez, quien al regresar del norte, ya triunfante, lo nombró secretario de Justicia e Instrucción Pública a Antonio Martínez de Castro, quien confió a Francisco Díaz Covarrubias la reforma de los estudios.
"La principal y más poderosa rémora que detiene a nuestro país en el camino del engrandecimiento es la ignorancia; la falta de ilustración de nuestro pueblo es la que lo convierte en pasivo e inconsciente instrumento de los intransigentes y parlanchines que lo explotan sin cesar, haciéndolo a la vez, víctima y verdugo de sí mismo"

Sepulcro de Gabino Barreda en la Rotonda de las Personas Ilustres.
El 10 de febrero de 1868, al fundarse la Escuela Nacional Preparatoria, Barreda fue nombrado el director general, donde con el lema, "Amor, Orden y Progreso", implementó el sistema positivista en su plan de estudios e impartió la cátedra de lógica; continuó impartiendo la cátedra de Patología General en la Escuela de Medicina y participó activamente en la política mexicana. Con su frase, "La educación intelectual es el principal objetivo de los estudios preparatorios", adopta como suyo el lema positivista: "Saber para prever, prever para obrar". En 1878 se retiró de la dirección general, dejando una institución estable y fuerte.
En el congreso mexicano, fue presidente de la comisión de instrucción pública de la Cámara de Diputados. Fundó la Sociedad Metodófila, a través de la cual introdujo en México el positivismo que se convirtió en doctrina oficial no sólo de la educación sino del Estado. Sus ideas inspiraron a sus seguidores a formar el Partido Científico. En 1878, el gobierno del presidente, Porfirio Díaz lo nombró embajador en Alemania.
En 1881, poco tiempo después de regresar a México, falleció en su domicilio en Tacubaya, Distrito Federal. Sus restos reposan en la Rotonda de las Personas Ilustres, lugar al que fueron trasladados el 22 de enero de 1968.
Obras
De la educación moral (1863)
Oración cívica (1867)
Opúsculos, discusiones y discursos (1877)




JUSTO SIERRA
(1848-1912)
Justo Sierra Méndez nació en el puerto de Campeche, estado de
Campeche, el 26 de enero de 1848. Fue hijo del abogado yucateco
don Justo Sierra O'Reilly, (1814 - 1861), eminente jurisconsulto,
novelista, historiador y escritor, y de doña Concepción Méndez.
Principió sus estudios en la ciudad de Mérida, estado de Yucatán
y los terminó en México a donde se trasladó su familia a la
muerte de su padre, en el Liceo franco-mexicano, y más tarde
en el Colegio de San Ildefonso, donde realizó brillantes estudios
y se reveló su vocación literaria. Se recibió de abogado en 1871.
Publicó sus primeros ensayos literarios a partir de 1868, y poco
después entró en la vida pública. Probó suerte en el drama con
su obra "Piedad" y en la novela con "El ángel del provenir".
Fue varias veces diputado al Congreso de la Unión,
y magistrado de la Suprema Corte de Justicia. Se da a conocer
en 1868 con "Playera" y las "Conversaciones del domingo" que
aparecen en El Monitor Republicano. Ocupó durante algunos años
la cátedra de Historia en la Escuela Nacional Preparatoria, para
la que escribió un libro de texto bien conocido. Fue uno d los
directores de la Revista Nacional de letras y Ciencias (1889-1890)
y colaboró en las principales publicaciones periódicas de su tiempo.
Ejerció una influencia muy grande en los medios intelectuales
y una vez muerto Ignacio Manuel Altamirano (1834-1893), fue
el maestro que orientó a las nuevas generaciones. En la
antigua Secretaría de Justicia e Instrucción Pública y Bellas
Artes (1905) fue nombrado titular de ella, cargo que desempeñó
hasta 1911, cuando fue designado Ministro Plenipotenciario de
España. A él se debió el establecimiento del primer sistema
de educación pública en México, y la reorganización de la
Universidad Nacional (1910). Dirigió la publicación de
México, su evolución social (1900 -1902) y de la Antología
del Centenario (1910). Presidió la Academia Mexicana
correspondiente de la Española desde 1919. Murió en
Madrid el 13 de septiembre de 1912. Su cadáver fue traído
a México y sepultado con grandes honores públicos.
En el primer centenario de su nacimiento la Universidad
le declaró Maestro de América y sus restos fueron
trasladados a la Rotonda de los Hombres Ilustres.
La obra de Justo Sierra es una de las más ricas y
caudalosas de su tiempo. Registra las manifestaciones
espirituales y culturales más significativas de la época
de grandes cambios que le tocó vivir. Narraciones, poesías,
discursos, doctrinas políticas y educativas, viajes, ensayos
críticos e historia, forman el valioso material de la obra
de Sierra. Se reúne con los poetas de la Revista Azul y de la
Revista Moderna e influye en sus discípulos como Urbina,
González Obregón, Urueta. Comenzó a escribir poesía desde
1868, ésta, el teatro y la prosa narrativa, son obras
de su juventud; la historia y la educación de su madurez;
el periodismo político y la prosa literaria, ejercicio
constante a lo largo de toda su vida.




Antonio Caso
(Ciudad de México, 1883-1946) Ensayista y pensador mexicano, una de las figuras centrales de la llamada "generación de 1910". Iniciador de los cursos de Filosofía en la Universidad Nacional Autónoma, de la que fue rector (1944), representó a su país en Perú y en Uruguay, obtuvo el título de "doctor honoris causa" por la Universidad de Río de Janeiro y el de miembro correspondiente de la Academia Española de la Lengua.
Animador esencial del movimiento filosófico mexicano moderno frente al ya tradicional positivismo, no da marcha atrás, sino que busca el apoyo de Bergson y de Husserl, entre otros, para exponer un pensamiento filosófico propio que no llegó a adquirir forma sistemática, en pugna con los conceptos y soluciones del materialismo histórico (La filosofía de la cultura y el materialismo histórico, 1936).
La exaltación del impulso desinteresado y del poder de la intuición, así como la concepción de la filosofía como síntesis de los resultados de la ciencia, la moral y el arte, en un mundo ideado como caridad, son ideas básicas de su pensamiento filosófico, expuestas en sus conferencias de 1909 y a través de una serie de interesantes trabajos: La filosofía de la intuición (1914), Problemas filosóficos (1915), Filósofos y doctrinas morales (1915), La filosofía francesa contemporánea (1917), El concepto de la historia universal (1918), La existencia como economía, como desinterés y como caridad (1919), Discursos a la nación mexicana (1922), Ensayos críticos y polémicos (1922), Doctrinas e ideas (1924), Sociología genética y sistemática (1927), El concepto de la historia y la filosofía de los valores (1933), La filosofía de Husserl (1934), El acto ideatorio (1934), Meyerson y la Física moderna (1940), La persona humana y el Estado totalitario (1941), Positivismo, neopositivismo y fenomenología (1941), El peligro del hombre (1942), Filósofos y moralistas franceses (1943), México: apuntamientos de cultura patria (1943) y Ensayos polémicos sobre la escuela filosófica de Marburgo (1945).
Publicó también un Comento breve de la "Oda a la música" de fray Luis de León (1921), dos volúmenes de poesías (Crisopeya, 1931, y El políptico de los días del mar, 1935), unos Principios de Estética (1925) y una Historia y antología del pensamiento filosófico (1926). En el México de la primera mitad del siglo XX, los vértices de su gran triángulo ideológico están ocupados por José Vasconcelos, Alfonso Reyes y Antonio Caso, a quien se debe El problema de México y la ideología nacional (1924).


José Vasconcelos
(Oaxaca, 1882 - Ciudad de México, 1959) Político, pensador y escritor mexicano. Fue el fundador del Ministerio de Educación en su país, desde el cual desarrolló una fecunda y extraordinaria labor, lo que le mereció el sobrenombre de El maestro de la juventud de América.
Licenciado en derecho por la Escuela Nacional de Jurisprudencia en 1907, presidió en 1909 el Ateneo de la Juventud, del que fue fundador. Fue partidario de la Revolución Mexicana desde sus inicios, ya que participó en el movimiento maderista como uno de los cuatro secretarios del Centro Antirreeleccionista de México. Fue designado codirector del periódico El Antirreeleccionista por Félix F. Palavicini.
En la insurrección de 1910-11 fue secretario y sustituto de Francisco Vázquez Gómez, agente confidencial de Madero en Washington, y fundador del Partido Constitucionalista Progresista. Después del golpe de Estado de Victoriano Huerta, Venustiano Carranza lo designó agente confidencial ante los gobiernos de Inglaterra y Francia, para tratar de evitar que éstos otorgaran ayuda financiera al dictador.
En 1914 fue nombrado director de la Escuela Nacional Preparatoria. Huyó luego a Estados Unidos, ya que Venustiano Carranza pretendió arrestarlo por pecar de crítico. A su regreso asistió a la Convención de Aguascalientes y desempeñó el cargo de secretario de Instrucción Pública durante dos meses en el gabinete de Eulalio Guzmán.
En 1915 se exilió en Estados Unidos. En 1920 se entrevistó con Álvaro Obregón y ofreció su apoyo al Plan de Agua Prieta, que pretendía destituir de la presidencia de la república a Venustiano Carranza, y así consolidar la candidatura presidencial del general Álvaro Obregón. Adolfo de la Huerta lo designó jefe del Departamento Universitario y de Bellas Artes. En este cargo impuso a la Universidad Nacional el actual escudo y el lema "Por mi raza hablará el espíritu".
Continuó en el cargo bajo la presidencia de Álvaro Obregón, quién lo designó titular de la Secretaría de Educación Pública al crearse esta dependencia. Desde este puesto impuso la educación popular, trajo a México educadores y artistas destacados, creó numerosas bibliotecas populares y los departamentos de Bellas Artes, Escolar y de Bibliotecas y Archivos; reorganizó la Biblioteca Nacional, dirigió un programa de publicación masiva de autores clásicos, fundó la revista El Maestro, promovió la escuela y las misiones rurales y propició la celebración de la primera Exposición del Libro. Durante su gestión se encargaron murales para decorar distintos edificios públicos a los pintores José Clemente Orozco y Diego Rivera, aunque algunos han afirmado que dichos murales tuvieron que vencer la tenaz resistencia del ministro Vasconcelos, a cuyo entender Orozco hacía "horribles caricaturas".
Después de la firma de los Tratados de Bucareli condenó el asesinato del senador Field Jurado y renunció a su puesto en la SEP. Fue candidato al gobierno de Oaxaca pero fue derrotado y optó por el exilio. En París y Madrid publicó la primera época de la revista La Antorcha (1924-25). A su regreso a México fue candidato a la Presidencia de la República por el Partido Nacional Antirreeleccionista.
Al anunciarse el triunfo del candidato oficial Pascual Ortiz Rubio, los antirreeleccionistas denunciaron el fraude electoral y Vasconcelos proclamó en Sonora el Plan de Guaymas, llamando sin éxito a un levantamiento armado. Encarcelado después de promulgar su plan, se autodesignó "única autoridad legítima" y desconoció a las autoridades federales, estatales y municipales que "burlan el voto público desde hace treinta años". Ya liberado se exilió en París, donde volvió a publicar La Antorcha. A su regreso desempeñó la dirección de la Biblioteca Nacional durante la presidencia de Manuel Ávila Camacho (1940-1946).
La obra de José Vasconcelos
Su abundante obra literaria ha sido clasificada en cinco apartados fundamentales. En filosofía, influido sin duda por los escritos de Schopenhauer, al que tenía en gran estima, se convirtió en el adalid de la lucha contra el positivismo y el utilitarismo, que tan gran predicamento habían alcanzado en América por aquel entonces.
En el ámbito filosófico, pueden mencionarse libros como Pitágoras, una teoría del ritmo (1916), El monismo estético (1918) o Lógica Orgánica (1945), que organizan un sistema fundamentado en el juicio estético, donde la belleza se convierte en una forma superior de la realidad y el método sintético de la música pone de relieve lo universal concreto; él mismo afirmó que su doctrina filosófica era "un monismo basado en la estética".
Para Vasconcelos, la tarea de la filosofía consiste en coordinar todas las esferas del ser y todas las facultades del yo, para conseguir una suprema unidad, que ya no es el Logos, sino Armonía. El verdadero conocimiento se obtendría mediante una síntesis que coordinara elementos y modos de aprehensión emocionales, intelectivos y místicos. Cualquier distinción entre objeto y sujeto es sólo fenoménica. La verdad se alcanzaría en el juicio estético, por la vía de la belleza y de la armonía.
En segundo lugar, en las obras de sociología y pedagogía, como La raza cósmica (1925) y Bolivarismo y Monroísmo (1934), pone de relieve una concepción antropológica e histórica que postula la formación en Latinoamérica de una raza futura, que acabará imponiendo la forma superior de vida nacida e influida por su temperamento estético, contraponiéndola a la de la América anglosajona. La raza cósmica, ensayo sobre la identidad americana, incluye controvertidas ideas sobre la superioridad racial.
Un tercer y fructífero campo es el del ensayo y su dilatada labor como periodista: Gabino Barreda y las ideas contemporáneas (1910) o Prometeo vencedor (1920). En este apartado puede incluirse una abundantísima obra periodística, que abarca e incide en todas las vertientes de la actualidad y la cultura.
Otra faceta destacada de su actividad intelectual tuvo como escenario los trabajos históricos, como su Breve historia de México (1937) o Hernán Cortés, creador de la nacionalidad (1941). Dedicó volúmenes biográficos a Simón Bolívar y Evaristo Madero.
Es en sus memorias donde se encuentra un mayor vigor literario, y es gracias a ellas que permaneció como una presencia viva en las letras mexicanas después de su muerte. En éstas se involucran experiencias personales, acuciosas reflexiones conceptuales y la conciencia de haber vivido en una etapa histórica que incluyó la caída de un añejo régimen, la lucha armada de la fuerzas revolucionarias, la consolidación de las instituciones nacionales y la decepción provocada por los sucesivos gobiernos. El ciclo se inicia con Ulises criollo (1935), prosigue con La tormenta (1936), avanza con El desastre (1938) y culmina con El proconsulado (1939): los cuatro tomos se consideran un modelo del género. El postrer volumen de su obra autobiográfica, titulado La flama, apareció póstumamente (1959). Vasconcelos podría ser considerado un gran historiador si hubiera sido capaz de desprenderse de su pasión incontenible en algún momento.
Autor de una reducida producción dramática, ésta se considera la parte menos relevante de su obra, y sus piezas rara vez se escenifican por carecer de un auténtico sentido del dinamismo teatral. Quizás la más interesante de ellas sea Los robachicos (1946). Tampoco tiene gran peso su obra de ficción, de la que está ausente la auténtica literatura. No carecen de encanto, sin embargo, trabajos como La sonata mágica (1933) y El viento de Bagdad (1945).
Su ideario político
En su ideario político, inspirado en un regeneracionismo romántico antiimperialista, la Revolución sólo cabe como (en palabras de Joaquín Cárdenas Noriega) "hombría de bien y progreso, justicia social y dignidad humana, libre de personalismos y de charlatanería demagógica." Por ello desconfía tanto de las clases bajas como de las altas y considera que sólo la dirección política de las clases medias puede dar continuidad y estabilizar el proceso revolucionario.
Así afirma: "Pertenecía Manuel Rivas, lo mismo que yo, a la clase media profesional que inventa, posee y administra los tesoros de la cultura en todas las latitudes. Verdadera aristocracia del espíritu. Se halla esta clase colocada entre la rudeza y la incompetencia de los de abajo y la corrupción, el estulto egoísmo de los de arriba. Desventurado el pueblo en que la clase nuestra no domina, no impone la orientación y el sistema. Destruir la clase cultivada, echándole encima al indio que por sí solo no logrará sino acomodarse a ser paria en la Texas grande que será todo México, he allí uno de los propósitos del Plan Pocho Imperialista, y lo han estado cumpliendo metódicamente."
Este programa de regeneración de la Patria, y de América entera, tiene en la defensa de la verdad, aun a costa del sacrificio de la vida, el destierro o la cárcel, el norte que guía, en sus propias palabras, su acción profética: "Proclamar la verdad a la faz de los que apoyan su dominación en la mentira, es función del profeta, más aún que la del héroe. ¡Malhaya el que busca complacer al malvado en vez de denunciarlo! ¡Dichoso quien ve hundirse su barca en mares de traición y de cobardía, y no desiste de condenar la injusticia, el error, el engaño! ... Lanzada a la brega, la verdad no puede ser serena, debe ser agitada como la tempestad y luminosa como el relámpago, firme como el rayo que derriba las torres de la soberbia del mundo."
El gran admirador de la España colonizadora y de Hernán Cortés, y gran flagelador de lo que considera vicios de su país, con propósitos regeneradores paralelos a los de la generación española del 98, no se mordía nunca la lengua, como no se la mordía el español Miguel de Unamuno: uno y otro eran filósofos, individualistas, donquijotescos y geniales.
El ilustre pensador mexicano puso de relieve las alternativas que, a su entender, puede plantearse el continente en su ensayo ¿Qué es el comunismo? (1937), donde acaba, sin embargo, confesando públicamente su fe católica aun sin renunciar a sus primeras influencias intelectuales y sin que le escandalicen, en la campaña que realiza contra el imperialismo occidental cuando la Segunda Guerra Mundial está en sus inicios (1939-1940), las coincidencias que en su pensamiento pueden encontrarse con las tesis marxistas-leninistas.

TEORIA SOCIOLOGICA

SUBTEMAS

TESIS CONTRACTUALISTA (Rousseau): Las sociedades se formaron a virtud de un contrato celebrado por todos los miembros que la integran. Antes de la celebración del contrato de sociedad, cada hombre vivía en un estado de naturaleza, es decir que cada quien era de libre de hacer lo que le placiera, no existía el edo. o la autoridad, o leyes que limitaran su actuar por lo que se llegó a afirmar que el hombre era el logo del propio hombre. Esta doctrina establece que la vida social no es sino la manifestación de una voluntad de los individuos, el resultado de un acuerdo que se ha producido entre ellos. Cuando el hombre tomo conciencia de los problemas que se originaron al vivir de forma aislada y las ventajas que se originaban al vivir con otros y que ello le permitía ser mas fuerte que otras especies animales, ser más capaces de hacer frente a los fenómenos de la naturaleza, es cuando determinaron crear la sociedad, mediante un pacto o convenio en el que se desprendía de ciertas libertades que se confieren a aquel que lo representará (gobierno).

TESIS ORGANICISTA (Spencer): El hombre es un organismo; es un ser sometido a las leyes biológicas. La sociedad integrada por organismos humanos es, igualmente un organismo, no comparable o semejante sino un organismo como tal. Tanto en los organismos comúnmente aceptados y en la sociedad existe una interdependencia de las partes hacía el todo, ambos están compuestos de unidades que son células o individuos, ambos tienen un sistema de nutrición, uno circulatorio (las vías comerciales y de comunicación), un sistema óseo y esqueleto (ciudades, caminos y puentes). Según los organicistas, las crisis económicas son enfermedades de la sociedad; las colonias son los vástagos de la sociedad que se reproduce. La tesis organicista propone comprender a los hombres en el grupo de la naturaleza animada creando simplemente un conjunto nuevo: El reino o imperio social.

TESIS NATURALISTA (Aristóteles): Para Aristóteles el hombre es un zoon politikón, un animal político. El hombre no es sólo materialmente social, sino que también es esencialmente social. Lo humano sólo se da en sociedad, Aristo. Afirma que el hombre sólo puede escapar de la sociedad siendo dios o besia. El lenguaje sólo se da en la sociedad, el derecho sólo se da en comunidades humanas, la guerra es también una bárbara expresión social. El hombre se torna humano sólo cuando vive en sociedad; aislado el hombre no llegaría a adquirir el leguaje, la sonrisa, la religión, el sentido de justicia, ni la posición erguida.

TESIS ECLÉCTICA: Es la que carece de doctrina propia, pues estima como mejor procedimiento para alcanzar la verdad, hacer la selección de los principios y fundamentos de lo mejor de los sistemas en pugna, en el caso toma parte de la teoría organicista y hace otro tanto con la contractualista para fijar una postura media entre ambas. Acepta de la tesis organicista, que la sociedad fue un organismo en épocas remotas, pero rechaza que por modo exclusivo en todo tiempo haya sido un organismo. Acepta que los contractualistas que hubieron en un momento en que una orda vencedora obligó a la vencida a incorporarse a su orbita en ciertas condiciones pactadas o impuestas, es decir, que hubo una especie de contrato en la formación de una nueva sociedad, pero rechaza de los contractualistas la idea de que al inició de toda sociedad haya habido un contrato. Bajo el análisis de las teorías en conflicto, la tesis ecléctica concluye con que las sociedades son organismos contractuales.