jueves, 4 de marzo de 2010

UNIDAD 2

CODICES Y PINTURAS

En el México prehispánico el libro manuscrito, considerado como receptáculo de la cultura, representa una de las creaciones culturales más desarrolladas de las civilizaciones Mesoaméricanas. Contaban además con un sistema escriturario altamente desarrollado que, aunque sólo era conocido por las clases gobernantes o sacerdotales, les permitía registrar y conservar por escrito los principales acontecimientos sociales, militares, cronológicos, astronómicos, históricos, genealógicos y religiosos de estas `grandes civilizaciones.
La civilización Mesoaméricana, es decir, los pueblos indígenas asentados en el altiplano y el área maya, habían alcanzado un gran desarrollo sociocultural y sus conocimientos en los campos de las ciencias y las artes se encontraban en un ámbito paralelo a los de las grandes civilizaciones de la antigüedad.
Pocos son los códices que se conservan actualmente; esto es por factores como la naturaleza de los materiales empleados para su confección y sobre todo por la destrucción de los representantes de la iglesia y la burocracia colonial.
Pero este lenguaje glífico no desapareció, ineludiblemente cambió a un lenguaje glífico - literario (iconos y texto). Asimismo en la pictografía colonial se añaden nuevos asuntos misceláneos, como la medicina y la botánica.
Es importante señalar que el sistema pictográfico indígena - hispánico empezó a decaer hacia finales del siglo XVI, y sólo se elaboraron unos cuantos documentos durante el siglo XVII y principios del XVIII, como los llamados Techialoyan, que tratan sobre la tenencia de la tierra.
Actualmente los códices prehispánicos, existen en colecciones privadas, la mayoría están depositados en instituciones académicas y algunos se encuentran en Europa y Estados Unidos.
La palabra códice viene del término en latín codex, que significa "libro manuscrito", y se utiliza para denominar los documentos pictóricos o de imágenes que fueron realizados por los indígenas de México y América Central.
Grandes civilizaciones de Mesoamérica como los mayas, aztecas, mixtecos, zapotecas, otomíes y purépechas, entre otros, registraron sus conocimientos en los códices desde épocas muy remotas; la información que éstos proporcionan permite apreciar los diversos aspectos culturales, sociales, económicos y científicos desarrollados por los pueblos antiguos, como sus creencias religiosas, ritos, ceremonias, nociones geográficas, historia, genealogías y alianzas entre los señoríos, sistema económico y cronologí`a.

Códice Borgia.
En ellos están plasmados temas derivados de la tradición indígena antes de la llegada de los españoles y las nuevas preocupaciones o intereses aportados por estos últimos, como la religión cristiana, los problemas económicos y sociales originados por el contacto y la vida indígena en el periodo de la Colonia. La producción de códices continuó llevándose a cabo, hasta el siglo XVIII. Se les ha llamado "testimonios" manuscritos pictóricos o pictográficos: pictóricos porque son imágenes y pictográf`icos por estar escritos por medio de dibujos, los cuales presentan una codificación completa de estas pinturas, que son estilizaciones extraídas de manifestaciones plásticas muy antiguas y elaboradas.

Códice Dresden.

Los encargados de elaborar los manuscritos debían poseer aptitudes para el dibujo y la pintura, así como profundos conocimientos de su lengua. Podían ser hombres o mujeres de cualquier clase social que se escogían desde muy jóvenes. Se les instruía en su lengua y en el saber de su época y posteriormente se especializaban en algún tema. Una vez preparados pasaban a formar parte de una clase social superior y tenían que dedicarse de tiempo completo a estas actividades. Se les llamaba tlacuilos -`término que procede del verbo náhuatl tlacuiloa, porque escribían pintando. Sus escritos eran anónimos porque no firmaban sus documentos ni indicaban sus nombres, su producción pertenecía a la colectividad. El papel de los tlacuilos era muy importante, ya que tenían la función de perpetuar el saber. De acuerdo con su especialidad, se les destinaba a los centros religiosos, económicos o civiles que necesitaban sus servicios, como templos, tribunales, casas de tributo, mercados y palacios, entre o`tros. El tlacuilo residía en esas instituciones, realizaba los códices especializados en su propia materia y estaba encargado de establecer y leer según sus atribuciones y cargos.

Códice Madrid
Los manuscritos se guardaban en lugares llamados amoxcalli- amoxtli, significa "libro" y calli "casa". La posesión y manejo de los códices por la clase dirigente, señores y sacerdotes, aseguraba la conservación y el control exclusivo de todo saber alcanzado, lo cual contribuía a su afirmación en el poder. Sin embargo, aunque solamente los tlacuilos escribían códices, existían muchas personas que podían leerlos, como los egresados de las escuelas superiores, la burocracia estatal` y aun la gente del pueblo conocía suficientes signos en las inscripciones de los frisos de los edificios públicos para diferenciarlos, identificaban por ejemplo los nombres de los dioses, los numerares y otros signos.

Códice Becker I
¿Cómo se leen?
Para leer los documentos, se les colocaba completamente extendidos horizontalmente, protegidos por esteras, en el suelo. El tiacuilo lector y los oyentes se situaban alrededor del códice; así podían verlo en su totalidad y moverse en torno de él. El lector podía relacionar sus lecturas iniciales, finales e intermedias según las necesidades de información.
Se les clasifica dé acuerdo con sus orígenes, época, soporte, formato y contenido temático.
Por sus orígenes se les agrupa con el nombre de la civilización a la que pertenecen: maya, mixteca, azteca, etcétera. Según su época, tomando en cuenta la Conquista, son prehispánicos o coloniales y cuando es posible se menciona el siglo en que se produjeron.

Xillotepec. Matrícula de tributos
El soporte material para los códices prehispánicos puede ser de papel de amate, piel de venado, tela de algodón tejida en telar de cintura y posiblemente, papel de maguey; en los coloniales aparecen el papel europeo, la tela industrial y el pergamino. Más tarde surgieron reproducciones en otros materiales.
En cuanto al formato existan: la tira de piel o papel de amate en composición horizontal, que recibe el nombre de banda cuando es vertical y según la manera de guardarla se llama rollo o biombo; el lienzo de tela de algodón tradicional o industrial; la hoja de papel europeo; o de amate en las dimensiones de la hoja oficial europea; el panel de piel, tela, papel indígena o europeo cuando se buscó obtener una superficie mayor que la hoja normal uniendo varios elementos del mismo material. `
Algunos de los términos anteriores se han utilizado para darles nombres individuales a los documentos como: Tira de la Peregrinación, Rollo Selden o Lienzo de Totomixdahuacan.

Historia tolteca-chichimeca.
Los primeros investigadores empezaron identificar individualmente los documentos indígenas dándoles nombres diferentes; el principio en latín. Al nombre genérico codex se le agregaba el nombre propio del lugar en que se conservaba el manuscrito, como en el caso de los códices Víndobonensís (de Vienna), Dresdensis (de Dresden) y Borbonicus (Palaís Bourbon); o bien del poseedor: Borgia, Fájérvary-Mayer y Cospi; de la institución que lo guardaba: Vaticanus`; o del investigador: códice Nuttal.
Otras veces se escogió el soporte o el formato, como tira, rollo o libro, al que se añadía el nombre del lugar de origen. También se utilizaba el tema principal aparente como calendario, mapa, censo, lista de tributos, etcétera, A menudo en épocas distintas, se las atribuían nuevos nombres que se sobreponían a los anteriores y así se conoce un mismo manuscrito con varios nombres, que sólo pueden ser identificados por medio de los índices que se han elaborado recientemente.

CRONISTAS E HISTORIADORES

Cronistas e historiadores.
André Breton.
De origen modesto, comenzó a estudiar medicina por presiones familiares. Movilizado en Nantes, durante la Primera Guerra Mundial, en 1916, conoció a Jacques Vaché, que ejerció sobre él una gran influencia, a pesar de haber escrito únicamente cartas de guerra. Entra en contacto con el mundo del arte a través del grupo dadaísta en 1916. Durante la guerra trabajó en hospitales psiquiátricos, donde estudió las obras de Sigmund Freud y sus experimentos con la escritura automática (escritura libre de todo control de la razón y de preocupaciones estéticas o morales), lo que influyó en su formulación de la teoría surrealista. Se convirtió en pionero de los movimientos antirracionalistas conocidos como dadaísmo y surrealismo. En 1920 publicó su primera obra Los campos magnéticos, en la que exploraba las posibilidades de la escritura automática a. Al año siguiente rompió con Tristan Tzara, el fundador del dadaísmo.
Fundó con Louis Aragon y Philippe Soupault la revista Littérature. En 1924 escribió el Manifiesto surrealista y a su alrededor se formó un grupo compuesto por Philippe Soupault, Louis Aragon, Paul Éluard, René Crevel, Michel Leiris, Robert Desnos, Benjamin Péret, deseosos de llegar al «Cambiar la vida» de Rimbaud y «Transformar el mundo» de Marx. «El surrealismo se basa en la creencia en la realidad superior de ciertas formas de asociación desdeñadas hasta la aparición del mismo y en el libre ejercicio del pensamiento. Tiende a destruir definitivamente todos los restantes mecanismos psíquicos y a sustituirlos en la resolución de los principales problemas de la vida». En este manifiesto además se asientan las bases del automatismo psíquico como medio de expresión artística que surge sin la intervención del intelecto. Muy pronto el movimiento se acerca a la política y en 1927 Aragon, Éluard y Breton se afilian al Partido Comunista, aunque la idea surrealista se alejará muy pronto del comunismo oficial. En 1928 publica en París Le surréalisme et la peinture. Con la publicación del Segundo manifiesto surrealista (1929) llegó la polémica: Breton, líder, o más bien "papa negro" del movimiento surrealista, concretaba la noción de surrealismo y afirmaba que debía caminar junto a la revolución marxista —fue miembro del Partido Comunista Francés desde 1927 a 1935—; por lo tanto, excomulgó, condenó y expulsó del grupo a todos aquellos que no coincidían con sus ideas; entre los expulsados se encontraron Roger Vitrac, Philippe Soupault, Antonin Artaud, Salvador Dalí y Robert Desnos. Escribe el libro de poesías La Inmaculada Concepción(1930) y Los vasos comunicantes, éste junto al también escritor Paul Éluard (1932).
La vanguardia española le citó en revistas como Alfar, Grecia, Hélix, Terramar, Art etc. y en 1922, con motivo de la exposición de Francis Picabia en las Galerías Dalmau, estuvo en España. En 1935 visitó Tenerife para asistir a la Exposición Surrealista organizada por la revista Gaceta de Arte, dirigida por Eduardo Westerdahl, lo que supuso un hito en la historia de la creación cultural en Canarias. Sobre esta experiencia escribió El viaje a Tenerife (1935), ensayo, y el poema Le château étoilé.
En 1934 contrajo matrimonio con Jacqueline Lamba, inspiradora de El amor loco. Dos años después nace su hija Aube. Su obra más creativa es Nadja, en parte autobiográfica. En 1937 inaugura la galería "Gradiva" en la calle de Seine, viaja a México donde conoce a Trotski, e influido por el trotskismo, redacta una nueva toma de posición, con el título de Manifiesto por un arte revolucionario independiente.
En 1941 se embarca en el Capitaine-Paul-Lemerle hacia Martinica, donde es internado en un campo. Durante la década viajó a Santo Domingo, donde ejerció fuerte influencia en los escritores jóvenes y donde participaba en tertulias de intelectuales en la casa de la pareja de inmigrantes alemanes Erwin Walter Palm e Hilde Domin. Liberado bajo fianza llega a Nueva York para un exilio que durará cinco años y publica los Prolegómenos a un tercer manifiesto o no, conocido también como Tercer manifiesto surrealista. Escribe La lanterne sourde (La linterna sorda). Un año después funda en la ciudad estadounidense de Nueva York la revista VVV. Es en esa ciudad donde conocerá a su nueva esposa, Elisa. Al comienzo de la segunda guerra mundial, vigilado por el gobierno de Vichy, se refugió en América; volvió a París en 1946. En 1956 funda una nueva publicación, Le Surrealisme Même, siguiendo hasta su muerte en 1966 animando al grupo surrealista. Poco antes de morir, le decía a Luis Buñuel, hoy nadie se escandaliza, la sociedad ha encontrado maneras de anular el potencial provocador de una obra de arte, adoptando ante ella una actitud de placer consumista. Murió en la mañana del 28 de septiembre de 1966, en el hospital Lariboisière (París). Fue enterrado en el cementerio de Batignolles, a pocos metros de la tumba de su amigo Benjamín Péret. Su poesía, recopilada en Poemas (1948), refleja la influencia de los poetas Paul Valéry y Arthur Rimbaud.
Ensayos
• Manifiesto surrealista (1924, 1930, 1946)
• El Surrealismo y la pintura (1928)
• Segundo manifiesto (1929)
• Antología del humor negro (1940)
• Prolegómenos a un tercer manifiesto o no (1942)
• Delito Flagrante (1949)
• El surrealismo a través de sus obras (1954)
Poesía
• Poemas (1948)
union libre
Otras obras
• Monte de piedad (1919)
• Los campos magnéticos (1920) (con Philippe Soupault)
• Claro de tierra (1923)
• Los pasos perdidos (1924)
• Nadja (1928)
• Los vasos comunicantes (1932)
• Point du jour (1934)
• El amor loco (1937)
• Arcade 17 (1944)
• La llave de los campos (1953)
• Ella
• El Quijote (1954)
Luis Buñuel.
Luis Buñuel nació en Calanda el 22 de febrero de 1900. Su padre, Leonardo Buñuel González, originario del mismo pueblo, donde tenía un negocio de ferretería, había consiguido una pequeña fortuna en Cuba y tras la guerra de independencia liquidó sus negocios y volvió a su pueblo natal, donde se casó con María Portolés Cerezuela, mucho más joven que él, con la que tuvo siete hijos: Luis (1900), María (1901), Alicia (1902), Concepción (1904), Leonardo (1907), Margarita (1912) y Alfonso (1915). A los cuatro meses del nacimiento de su primogénito, la familia se traslada a vivir a Zaragoza y a partir de entonces repartiría sus vacaciones entre Calanda (donde regresaban en Semana Santa) y San Sebastián.
Así pues, Luis pasó toda su infancia y adolescencia en Zaragoza, donde cursó la educación primaria y secundaria, primero en Corazonistas (con mayoría de franceses), y luego durante siete años en el colegio jesuita de El Salvador, en la plaza de Aragón, a media pensión (con una gorra como uniforme). En 1908 asiste por primera vez al cine Farrucini (una barraca con una lona como cubierta) para ver una película coloreada a mano de dibujos animados. En esa época el cine era considerado todavía una atracción de feria y aún tardó unos años en haber cines estables. Luis vería durante su infancia muchas películas (su prima tenía acceso desde la cocina de su casa a la pantalla de uno de los primeros cines de Zaragoza). Cuando tenía trece años, a la vuelta de uno de los habituales viajes a París de sus padres, éstos le regalaron un teatro con personajes de cartón; con este teatro comenzó a ofrecer representaciones a los jóvenes de su pueblo.
A partir de 1913, paralelamente a sus estudios, comienza a estudiar violín y toca en el coro de la Virgen del Carmen de Zaragoza. Ese mismo año sale por primera vez de Aragón y viaja a Vega de Pas (Cantabria). En 191 es expulsado por los jesuitas del colegio a causa de una borrachera y se matricula en el Instituto de Enseñanza Media de Zaragoza (más tarde llamado Goya) como alumno libre. En esa época lee El origen de las especies de Darwin.
A los 17 años, terminado el bachillerato, parte a Madrid para cursar estudios universitarios. En la capital se aloja en la recién creada Residencia de Estudiantes, fundada por la Institución Libre de Enseñanza, donde permanecería siete años. Su propósito de estudiar, inducido por su padre, Ingeniería Agrónoma. En esta época se hace naturista y lleva una alimentación y vestimenta espartanas, gustando de lavarse con agua helada. Toma parte de las actividades del cine-club de la Residencia y traba amistad con, entre otros, Salvador Dalí, Federico García Lorca, Rafael Alberti, Pepín Bello y Juan Ramón Jiménez. También participó en las tertulias ultraístas y, todos los sábados desde 1918 hasta 1924, en las del Café Pombo, dirigidas por Ramón Gómez de la Serna.
En 1920 inicia, con el doctor Ignacio Bolívar, estudios de entomología, que abandonará para matricularse en Filosofía y Letras, rama de Historia, ya que se había informado de que varios países ofrecían trabajo como lector de español a licenciados en Filosofía y Letras viendo así una oportunidad de cumplir su deseo de salir de España. Con sus compañeros de la Residencia hace sus primeros ensayos de puesta en escena, con versiones delirantes del Don Juan Tenorio en las que actuaban Lorca, Dalí y otros compañeros.
Obra literaria,
Luis Buñuel había realizado varias intentonas en diversos campos antes de dedicarse al mundo del cine. Durante su estancia en la Residencia de Estudiantes de Madrid escribió algunos cuentos e historias breves que luego se recopilaron bajo el título de Escritos de Luis Buñuel.
• Una traición incalificable
• Instrumentación
• Suburbios
• Tragedias inadvertidas como temas de un teatro novísimo
• Por qué nunca uso reloj
• El ciego de las tortugas
• Teorema
• Lucille y sus tres peces
• Ramuneta en la playa
• Caballería rusticana
• Una historia decente
• La agradable consigna de Santa Huesca
• Una jirafa
• Sobre el amor.
Bernal Díaz del Castillo
Bernal Diaz del Castillo acompañó la expedición de Hernán Cortés y fue cronista de Indias. Viajó en 1514 al Nuevo Mundo en la expedición de Pedro Arias Dávila, que había sido nombrado un año antes gobernador de Castilla del Oro. En esos tiempos, era un joven de más de veinte años de edad, de baja instrucción escolar y que no contaba con riqueza en su tierra natal.
Al parecer estuvo con éste algún tiempo en la zona del istmo de Panamá. De allí viajó a la recién conquistada Cuba, donde gobernaba Diego Velázquez de Cuéllar, quien le ofreció, al igual que a otros españoles, indios en encomienda, lo que nunca se cumplió, permaneciendo dos años en donde no se le presentó ninguna situación ventajosa para sus intereses.
La población indígena de la isla se agotaba debido a las epidemias y trabajos forzados a los que no estaban acostumbrados. Con el objetivo de capturar indios, para luego venderlos como esclavos en Cuba, el gobernador de la isla organizó una exploración hacia las otras pequeñas islas del Caribe. En ese viaje realizado en 1517 se alistó Bernal, bajo las órdenes del capitán Francisco Hernández de Córdoba. Fue en ese año cuando tuvo sus primeros contactos con el vasto territorio que más tarde se llamaría Nueva España. En esa expedición exploraron las costas de Yucatán donde pudo percatarse de la existencia de ciudades en la misma. Después de penosas y peligrosas travesías, regresando a Cuba en condiciones desastrosas.

Al año siguiente, Bernal embarcó, en esta ocasión bajo el mando de Juan de Grijalva para explorar las tierras descubiertas. Por segunda vez retornó a Cuba.
Su entrada definitiva en México tuvo lugar en 1519, cuando se embarcó en la expedición capitaneada por Hernán Cortés. Hallándose bajo las órdenes directas de Pedro de Alvarado, tomó parte en no pocos de los principales hechos de la conquista del Imperio azteca. Hombre dotado de una memoria extraordinaria, habría de recordar muchos años después todos esos episodios y decidió ponerlos por escrito. Ello ocurrió cuando se hallaba ya en Guatemala, en donde contrajo matrimonio en 1544 con Teresa Becerra, hija de quien había sido uno de los conquistadores y alcalde ordinario de Guatemala. Díaz del Castillo hizo dos viajes a España en demanda de mercedes, en el segundo de los cuales participó en la famosa Junta de Valladolid que, sobre la esclavitud de los indios, perpetuidad de encomiendas y tributos, se celebró en 1550 (enfrentándose los argumentos contrarios de Bartolomé de las Casas y Juan Ginés de Sepúlveda). De regreso en Guatemala, al no lograr que el presidente de la audiencia satisficiera lo que pretendía haber obtenido en España, prosiguió en su lucha por los que creía ser derechos inherentes a sus méritos de conquistador.
Elegido regidor de la ciudad de Guatemala, concurrió a las sesiones del cabildo según lo muestran las actas suscritas por él. Hay indicios para afirmar que hacia 1557 había empezado a escribir su crónica sobre la conquista de México. Alonso de Zorita, que fue oidor de la Audiencia de los Confines y anduvo por tierras de Guatemala desde la primavera de 1553 a finales de abril de 1557, dice en su Historia de Nueva España:
Bernaldo Díaz del Castillo, vecino de Guatemala, donde tiene un buen repartimiento, y fue conquistador de aquella tierra, y en Nueva España y en Guacacinalco, me dixo estando yo por oidor de la Real Audiencia de los Confines que reside en la ciudad de Santiago de Guatemala, que escribía la historia de aquella tierra, y me mostró parte de lo que tenía escrito; no sé si la acabó, ni si ha salido a luz.
Revisando su obra una y otra vez, la dio al fin por concluida en 1575. Intitulada Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, incluye un vívido, épico y movido relato de los principales acontecimientos de ella, desde su comienzo hasta la caída de Tenochtitlán y otros aconteceres que a ella siguieron. Díaz del Castillo falleció en Guatemala en 1584. Sus restos se encuentran sepultados en las criptas principales de la Catedral (hoy en ruinas) de la Ciudad de Antigua Guatemala (originalmente Santiago de los Caballeros de Guatemala).
Díaz del Castillo fue testigo y actor de los principales sucesos de la caída de las grandes civilizaciones mesoamericanas, escapando milagrosamente de la muerte. El mismo dice "... ningún capitán ni soldado pasó a esta Nueva España tres veces arreo, una tras otra, como yo; de manera que soy el más antiguo descubridor y conquistador que ha habido ni hay en la Nueva España...", por lo que parece la persona más autorizada para contar la epopeya del siglo XVI, toda vez que
De quinientos cincuenta soldados que pasamos con Cortés desde la isla de Cuba no somos vivos en toda la Nueva España de todos ellos, hasta este año de mil quinientos setenta y ocho, que estoy trasladando esta mi relación, sino cinco.
Bernal conversaba frecuentemente con sus compañeros de armas sobre el tema de la conquista de la Nueva España; ese continuo evocar los acontecimientos fue formándole algunas ideas que más tarde dieron lugar a un conjunto de narraciones. Recurre a sus recuerdos, reforzados por los de sus compañeros, y por eso su obra puede ser considerada como colectiva, lo que no la exime de elementos subjetivos.
Obra
En su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España advierte que no sabe latín ni fue a la universidad, pero eso no era impedimento, porque:
Lo que yo vi y me hallé en ello peleando, como buen testigo de vista yo lo escribiré, con la ayuda de Dios, muy llanamente, sin torcer ni una parte ni otra....
Su obra, en efecto, está constituida por lo que vio y en ella plasma su experiencia personal, con el propósito de reivindicar el papel que en la conquista tuvieron las personas que como él ayudaron a personajes de mayor nota a conquistar una celebridad derivada más que nada de historiadores afectos a protagonismos singulares, como Gomara, de forma que oscurecieron el papel fundamental que ejerció la masa sencilla de los soldados, sin cuya consulta y apoyo nada podría haberse hecho. Bernal, pues, reivindica el papel colectivo del pueblo castellano en la conquista:
Mi intento desde que comencé a hacer mi relación no fue sino para escribir nuestros heroicos hechos e hazañas de los que pasamos con Cortés, para que agora se vean y se descubran muy claramente quiénes fueron los valerosos capitanes y fuertes soldados que ganamos esta parte del Nuevo Mundo y no se refiera la honra de todos a un solo capitán; porque no hay memoria de ninguno de nosotros en los libros y memorias que están escritos, y sólo el marqués Cortés dicen en esos libros que es el que lo descubrió y lo conquistó, y los capitanes y soldados que lo ganamos quedamos en blanco, sin haber memoria de nuestra personas y conquistas, que por sublimar a un solo capitán quieren deshacer a muchos.
La Historia verdadera está escrita con una gran vivacidad y llaneza, y un gran aliento épico, de lo cual nace su mérito literario. El mismo lo indica:
Según nuestro hablar de Castilla la Vieja, y que en estos tiempos se tiene por más agradable, porque no van razones hermoseadas ni policía dorada, que suelen poner los que han escrito, sino todo a las buenas llanas, y que debajo de esta verdad se encierra todo bien hablar. (CCXII, p. 303)
En el transcurso de sus narraciones indica qué sucesos presenció, cuáles le contaron sus compañeros y cuáles conoció por papeles o escritos de otros. El motivo que le incitó a escribir fueron las inexactitudes de Francisco López de Gómara y su crónica, y reivindicar la conquista de México como empresa colectiva, donde tanto protagonismo como el que se imputó a Cortés debería haber correspondido también a sus hombres y principales capitanes; sus contemporáneos (Antonio de Solís, por ejemplo) entendieron, sin embargo, que lo que le movió fue una cierta envidia a Cortés. La Historia verdadera fue vertida al francés por el poeta parnasiano francés de origen dominicano José María de Heredia en tres volúmenes (1877-1878).

Cronistas e historiadores.
André Breton.
De origen modesto, comenzó a estudiar medicina por presiones familiares. Movilizado en Nantes, durante la Primera Guerra Mundial, en 1916, conoció a Jacques Vaché, que ejerció sobre él una gran influencia, a pesar de haber escrito únicamente cartas de guerra. Entra en contacto con el mundo del arte a través del grupo dadaísta en 1916. Durante la guerra trabajó en hospitales psiquiátricos, donde estudió las obras de Sigmund Freud y sus experimentos con la escritura automática (escritura libre de todo control de la razón y de preocupaciones estéticas o morales), lo que influyó en su formulación de la teoría surrealista. Se convirtió en pionero de los movimientos antirracionalistas conocidos como dadaísmo y surrealismo. En 1920 publicó su primera obra Los campos magnéticos, en la que exploraba las posibilidades de la escritura automática a. Al año siguiente rompió con Tristan Tzara, el fundador del dadaísmo.
Fundó con Louis Aragon y Philippe Soupault la revista Littérature. En 1924 escribió el Manifiesto surrealista y a su alrededor se formó un grupo compuesto por Philippe Soupault, Louis Aragon, Paul Éluard, René Crevel, Michel Leiris, Robert Desnos, Benjamin Péret, deseosos de llegar al «Cambiar la vida» de Rimbaud y «Transformar el mundo» de Marx. «El surrealismo se basa en la creencia en la realidad superior de ciertas formas de asociación desdeñadas hasta la aparición del mismo y en el libre ejercicio del pensamiento. Tiende a destruir definitivamente todos los restantes mecanismos psíquicos y a sustituirlos en la resolución de los principales problemas de la vida». En este manifiesto además se asientan las bases del automatismo psíquico como medio de expresión artística que surge sin la intervención del intelecto. Muy pronto el movimiento se acerca a la política y en 1927 Aragon, Éluard y Breton se afilian al Partido Comunista, aunque la idea surrealista se alejará muy pronto del comunismo oficial. En 1928 publica en París Le surréalisme et la peinture. Con la publicación del Segundo manifiesto surrealista (1929) llegó la polémica: Breton, líder, o más bien "papa negro" del movimiento surrealista, concretaba la noción de surrealismo y afirmaba que debía caminar junto a la revolución marxista —fue miembro del Partido Comunista Francés desde 1927 a 1935—; por lo tanto, excomulgó, condenó y expulsó del grupo a todos aquellos que no coincidían con sus ideas; entre los expulsados se encontraron Roger Vitrac, Philippe Soupault, Antonin Artaud, Salvador Dalí y Robert Desnos. Escribe el libro de poesías La Inmaculada Concepción(1930) y Los vasos comunicantes, éste junto al también escritor Paul Éluard (1932).
La vanguardia española le citó en revistas como Alfar, Grecia, Hélix, Terramar, Art etc. y en 1922, con motivo de la exposición de Francis Picabia en las Galerías Dalmau, estuvo en España. En 1935 visitó Tenerife para asistir a la Exposición Surrealista organizada por la revista Gaceta de Arte, dirigida por Eduardo Westerdahl, lo que supuso un hito en la historia de la creación cultural en Canarias. Sobre esta experiencia escribió El viaje a Tenerife (1935), ensayo, y el poema Le château étoilé.
En 1934 contrajo matrimonio con Jacqueline Lamba, inspiradora de El amor loco. Dos años después nace su hija Aube. Su obra más creativa es Nadja, en parte autobiográfica. En 1937 inaugura la galería "Gradiva" en la calle de Seine, viaja a México donde conoce a Trotski, e influido por el trotskismo, redacta una nueva toma de posición, con el título de Manifiesto por un arte revolucionario independiente.
En 1941 se embarca en el Capitaine-Paul-Lemerle hacia Martinica, donde es internado en un campo. Durante la década viajó a Santo Domingo, donde ejerció fuerte influencia en los escritores jóvenes y donde participaba en tertulias de intelectuales en la casa de la pareja de inmigrantes alemanes Erwin Walter Palm e Hilde Domin. Liberado bajo fianza llega a Nueva York para un exilio que durará cinco años y publica los Prolegómenos a un tercer manifiesto o no, conocido también como Tercer manifiesto surrealista. Escribe La lanterne sourde (La linterna sorda). Un año después funda en la ciudad estadounidense de Nueva York la revista VVV. Es en esa ciudad donde conocerá a su nueva esposa, Elisa. Al comienzo de la segunda guerra mundial, vigilado por el gobierno de Vichy, se refugió en América; volvió a París en 1946. En 1956 funda una nueva publicación, Le Surrealisme Même, siguiendo hasta su muerte en 1966 animando al grupo surrealista. Poco antes de morir, le decía a Luis Buñuel, hoy nadie se escandaliza, la sociedad ha encontrado maneras de anular el potencial provocador de una obra de arte, adoptando ante ella una actitud de placer consumista. Murió en la mañana del 28 de septiembre de 1966, en el hospital Lariboisière (París). Fue enterrado en el cementerio de Batignolles, a pocos metros de la tumba de su amigo Benjamín Péret. Su poesía, recopilada en Poemas (1948), refleja la influencia de los poetas Paul Valéry y Arthur Rimbaud.
Ensayos
• Manifiesto surrealista (1924, 1930, 1946)
• El Surrealismo y la pintura (1928)
• Segundo manifiesto (1929)
• Antología del humor negro (1940)
• Prolegómenos a un tercer manifiesto o no (1942)
• Delito Flagrante (1949)
• El surrealismo a través de sus obras (1954)
Poesía
• Poemas (1948)
union libre
Otras obras
• Monte de piedad (1919)
• Los campos magnéticos (1920) (con Philippe Soupault)
• Claro de tierra (1923)
• Los pasos perdidos (1924)
• Nadja (1928)
• Los vasos comunicantes (1932)
• Point du jour (1934)
• El amor loco (1937)
• Arcade 17 (1944)
• La llave de los campos (1953)
• Ella
• El Quijote (1954)
Luis Buñuel.
Luis Buñuel nació en Calanda el 22 de febrero de 1900. Su padre, Leonardo Buñuel González, originario del mismo pueblo, donde tenía un negocio de ferretería, había consiguido una pequeña fortuna en Cuba y tras la guerra de independencia liquidó sus negocios y volvió a su pueblo natal, donde se casó con María Portolés Cerezuela, mucho más joven que él, con la que tuvo siete hijos: Luis (1900), María (1901), Alicia (1902), Concepción (1904), Leonardo (1907), Margarita (1912) y Alfonso (1915). A los cuatro meses del nacimiento de su primogénito, la familia se traslada a vivir a Zaragoza y a partir de entonces repartiría sus vacaciones entre Calanda (donde regresaban en Semana Santa) y San Sebastián.
Así pues, Luis pasó toda su infancia y adolescencia en Zaragoza, donde cursó la educación primaria y secundaria, primero en Corazonistas (con mayoría de franceses), y luego durante siete años en el colegio jesuita de El Salvador, en la plaza de Aragón, a media pensión (con una gorra como uniforme). En 1908 asiste por primera vez al cine Farrucini (una barraca con una lona como cubierta) para ver una película coloreada a mano de dibujos animados. En esa época el cine era considerado todavía una atracción de feria y aún tardó unos años en haber cines estables. Luis vería durante su infancia muchas películas (su prima tenía acceso desde la cocina de su casa a la pantalla de uno de los primeros cines de Zaragoza). Cuando tenía trece años, a la vuelta de uno de los habituales viajes a París de sus padres, éstos le regalaron un teatro con personajes de cartón; con este teatro comenzó a ofrecer representaciones a los jóvenes de su pueblo.
A partir de 1913, paralelamente a sus estudios, comienza a estudiar violín y toca en el coro de la Virgen del Carmen de Zaragoza. Ese mismo año sale por primera vez de Aragón y viaja a Vega de Pas (Cantabria). En 191 es expulsado por los jesuitas del colegio a causa de una borrachera y se matricula en el Instituto de Enseñanza Media de Zaragoza (más tarde llamado Goya) como alumno libre. En esa época lee El origen de las especies de Darwin.
A los 17 años, terminado el bachillerato, parte a Madrid para cursar estudios universitarios. En la capital se aloja en la recién creada Residencia de Estudiantes, fundada por la Institución Libre de Enseñanza, donde permanecería siete años. Su propósito de estudiar, inducido por su padre, Ingeniería Agrónoma. En esta época se hace naturista y lleva una alimentación y vestimenta espartanas, gustando de lavarse con agua helada. Toma parte de las actividades del cine-club de la Residencia y traba amistad con, entre otros, Salvador Dalí, Federico García Lorca, Rafael Alberti, Pepín Bello y Juan Ramón Jiménez. También participó en las tertulias ultraístas y, todos los sábados desde 1918 hasta 1924, en las del Café Pombo, dirigidas por Ramón Gómez de la Serna.
En 1920 inicia, con el doctor Ignacio Bolívar, estudios de entomología, que abandonará para matricularse en Filosofía y Letras, rama de Historia, ya que se había informado de que varios países ofrecían trabajo como lector de español a licenciados en Filosofía y Letras viendo así una oportunidad de cumplir su deseo de salir de España. Con sus compañeros de la Residencia hace sus primeros ensayos de puesta en escena, con versiones delirantes del Don Juan Tenorio en las que actuaban Lorca, Dalí y otros compañeros.
Obra literaria,
Luis Buñuel había realizado varias intentonas en diversos campos antes de dedicarse al mundo del cine. Durante su estancia en la Residencia de Estudiantes de Madrid escribió algunos cuentos e historias breves que luego se recopilaron bajo el título de Escritos de Luis Buñuel.
• Una traición incalificable
• Instrumentación
• Suburbios
• Tragedias inadvertidas como temas de un teatro novísimo
• Por qué nunca uso reloj
• El ciego de las tortugas
• Teorema
• Lucille y sus tres peces
• Ramuneta en la playa
• Caballería rusticana
• Una historia decente
• La agradable consigna de Santa Huesca
• Una jirafa
• Sobre el amor.
Bernal Díaz del Castillo
Bernal Diaz del Castillo acompañó la expedición de Hernán Cortés y fue cronista de Indias. Viajó en 1514 al Nuevo Mundo en la expedición de Pedro Arias Dávila, que había sido nombrado un año antes gobernador de Castilla del Oro. En esos tiempos, era un joven de más de veinte años de edad, de baja instrucción escolar y que no contaba con riqueza en su tierra natal.
Al parecer estuvo con éste algún tiempo en la zona del istmo de Panamá. De allí viajó a la recién conquistada Cuba, donde gobernaba Diego Velázquez de Cuéllar, quien le ofreció, al igual que a otros españoles, indios en encomienda, lo que nunca se cumplió, permaneciendo dos años en donde no se le presentó ninguna situación ventajosa para sus intereses.
La población indígena de la isla se agotaba debido a las epidemias y trabajos forzados a los que no estaban acostumbrados. Con el objetivo de capturar indios, para luego venderlos como esclavos en Cuba, el gobernador de la isla organizó una exploración hacia las otras pequeñas islas del Caribe. En ese viaje realizado en 1517 se alistó Bernal, bajo las órdenes del capitán Francisco Hernández de Córdoba. Fue en ese año cuando tuvo sus primeros contactos con el vasto territorio que más tarde se llamaría Nueva España. En esa expedición exploraron las costas de Yucatán donde pudo percatarse de la existencia de ciudades en la misma. Después de penosas y peligrosas travesías, regresando a Cuba en condiciones desastrosas.

Al año siguiente, Bernal embarcó, en esta ocasión bajo el mando de Juan de Grijalva para explorar las tierras descubiertas. Por segunda vez retornó a Cuba.
Su entrada definitiva en México tuvo lugar en 1519, cuando se embarcó en la expedición capitaneada por Hernán Cortés. Hallándose bajo las órdenes directas de Pedro de Alvarado, tomó parte en no pocos de los principales hechos de la conquista del Imperio azteca. Hombre dotado de una memoria extraordinaria, habría de recordar muchos años después todos esos episodios y decidió ponerlos por escrito. Ello ocurrió cuando se hallaba ya en Guatemala, en donde contrajo matrimonio en 1544 con Teresa Becerra, hija de quien había sido uno de los conquistadores y alcalde ordinario de Guatemala. Díaz del Castillo hizo dos viajes a España en demanda de mercedes, en el segundo de los cuales participó en la famosa Junta de Valladolid que, sobre la esclavitud de los indios, perpetuidad de encomiendas y tributos, se celebró en 1550 (enfrentándose los argumentos contrarios de Bartolomé de las Casas y Juan Ginés de Sepúlveda). De regreso en Guatemala, al no lograr que el presidente de la audiencia satisficiera lo que pretendía haber obtenido en España, prosiguió en su lucha por los que creía ser derechos inherentes a sus méritos de conquistador.
Elegido regidor de la ciudad de Guatemala, concurrió a las sesiones del cabildo según lo muestran las actas suscritas por él. Hay indicios para afirmar que hacia 1557 había empezado a escribir su crónica sobre la conquista de México. Alonso de Zorita, que fue oidor de la Audiencia de los Confines y anduvo por tierras de Guatemala desde la primavera de 1553 a finales de abril de 1557, dice en su Historia de Nueva España:
Bernaldo Díaz del Castillo, vecino de Guatemala, donde tiene un buen repartimiento, y fue conquistador de aquella tierra, y en Nueva España y en Guacacinalco, me dixo estando yo por oidor de la Real Audiencia de los Confines que reside en la ciudad de Santiago de Guatemala, que escribía la historia de aquella tierra, y me mostró parte de lo que tenía escrito; no sé si la acabó, ni si ha salido a luz.
Revisando su obra una y otra vez, la dio al fin por concluida en 1575. Intitulada Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, incluye un vívido, épico y movido relato de los principales acontecimientos de ella, desde su comienzo hasta la caída de Tenochtitlán y otros aconteceres que a ella siguieron. Díaz del Castillo falleció en Guatemala en 1584. Sus restos se encuentran sepultados en las criptas principales de la Catedral (hoy en ruinas) de la Ciudad de Antigua Guatemala (originalmente Santiago de los Caballeros de Guatemala).
Díaz del Castillo fue testigo y actor de los principales sucesos de la caída de las grandes civilizaciones mesoamericanas, escapando milagrosamente de la muerte. El mismo dice "... ningún capitán ni soldado pasó a esta Nueva España tres veces arreo, una tras otra, como yo; de manera que soy el más antiguo descubridor y conquistador que ha habido ni hay en la Nueva España...", por lo que parece la persona más autorizada para contar la epopeya del siglo XVI, toda vez que
De quinientos cincuenta soldados que pasamos con Cortés desde la isla de Cuba no somos vivos en toda la Nueva España de todos ellos, hasta este año de mil quinientos setenta y ocho, que estoy trasladando esta mi relación, sino cinco.
Bernal conversaba frecuentemente con sus compañeros de armas sobre el tema de la conquista de la Nueva España; ese continuo evocar los acontecimientos fue formándole algunas ideas que más tarde dieron lugar a un conjunto de narraciones. Recurre a sus recuerdos, reforzados por los de sus compañeros, y por eso su obra puede ser considerada como colectiva, lo que no la exime de elementos subjetivos.
Obra
En su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España advierte que no sabe latín ni fue a la universidad, pero eso no era impedimento, porque:
Lo que yo vi y me hallé en ello peleando, como buen testigo de vista yo lo escribiré, con la ayuda de Dios, muy llanamente, sin torcer ni una parte ni otra....
Su obra, en efecto, está constituida por lo que vio y en ella plasma su experiencia personal, con el propósito de reivindicar el papel que en la conquista tuvieron las personas que como él ayudaron a personajes de mayor nota a conquistar una celebridad derivada más que nada de historiadores afectos a protagonismos singulares, como Gomara, de forma que oscurecieron el papel fundamental que ejerció la masa sencilla de los soldados, sin cuya consulta y apoyo nada podría haberse hecho. Bernal, pues, reivindica el papel colectivo del pueblo castellano en la conquista:
Mi intento desde que comencé a hacer mi relación no fue sino para escribir nuestros heroicos hechos e hazañas de los que pasamos con Cortés, para que agora se vean y se descubran muy claramente quiénes fueron los valerosos capitanes y fuertes soldados que ganamos esta parte del Nuevo Mundo y no se refiera la honra de todos a un solo capitán; porque no hay memoria de ninguno de nosotros en los libros y memorias que están escritos, y sólo el marqués Cortés dicen en esos libros que es el que lo descubrió y lo conquistó, y los capitanes y soldados que lo ganamos quedamos en blanco, sin haber memoria de nuestra personas y conquistas, que por sublimar a un solo capitán quieren deshacer a muchos.
La Historia verdadera está escrita con una gran vivacidad y llaneza, y un gran aliento épico, de lo cual nace su mérito literario. El mismo lo indica:
Según nuestro hablar de Castilla la Vieja, y que en estos tiempos se tiene por más agradable, porque no van razones hermoseadas ni policía dorada, que suelen poner los que han escrito, sino todo a las buenas llanas, y que debajo de esta verdad se encierra todo bien hablar. (CCXII, p. 303)
En el transcurso de sus narraciones indica qué sucesos presenció, cuáles le contaron sus compañeros y cuáles conoció por papeles o escritos de otros. El motivo que le incitó a escribir fueron las inexactitudes de Francisco López de Gómara y su crónica, y reivindicar la conquista de México como empresa colectiva, donde tanto protagonismo como el que se imputó a Cortés debería haber correspondido también a sus hombres y principales capitanes; sus contemporáneos (Antonio de Solís, por ejemplo) entendieron, sin embargo, que lo que le movió fue una cierta envidia a Cortés. La Historia verdadera fue vertida al francés por el poeta parnasiano francés de origen dominicano José María de Heredia en tres volúmenes (1877-1878).

Cronistas e historiadores.
André Breton.
De origen modesto, comenzó a estudiar medicina por presiones familiares. Movilizado en Nantes, durante la Primera Guerra Mundial, en 1916, conoció a Jacques Vaché, que ejerció sobre él una gran influencia, a pesar de haber escrito únicamente cartas de guerra. Entra en contacto con el mundo del arte a través del grupo dadaísta en 1916. Durante la guerra trabajó en hospitales psiquiátricos, donde estudió las obras de Sigmund Freud y sus experimentos con la escritura automática (escritura libre de todo control de la razón y de preocupaciones estéticas o morales), lo que influyó en su formulación de la teoría surrealista. Se convirtió en pionero de los movimientos antirracionalistas conocidos como dadaísmo y surrealismo. En 1920 publicó su primera obra Los campos magnéticos, en la que exploraba las posibilidades de la escritura automática a. Al año siguiente rompió con Tristan Tzara, el fundador del dadaísmo.
Fundó con Louis Aragon y Philippe Soupault la revista Littérature. En 1924 escribió el Manifiesto surrealista y a su alrededor se formó un grupo compuesto por Philippe Soupault, Louis Aragon, Paul Éluard, René Crevel, Michel Leiris, Robert Desnos, Benjamin Péret, deseosos de llegar al «Cambiar la vida» de Rimbaud y «Transformar el mundo» de Marx. «El surrealismo se basa en la creencia en la realidad superior de ciertas formas de asociación desdeñadas hasta la aparición del mismo y en el libre ejercicio del pensamiento. Tiende a destruir definitivamente todos los restantes mecanismos psíquicos y a sustituirlos en la resolución de los principales problemas de la vida». En este manifiesto además se asientan las bases del automatismo psíquico como medio de expresión artística que surge sin la intervención del intelecto. Muy pronto el movimiento se acerca a la política y en 1927 Aragon, Éluard y Breton se afilian al Partido Comunista, aunque la idea surrealista se alejará muy pronto del comunismo oficial. En 1928 publica en París Le surréalisme et la peinture. Con la publicación del Segundo manifiesto surrealista (1929) llegó la polémica: Breton, líder, o más bien "papa negro" del movimiento surrealista, concretaba la noción de surrealismo y afirmaba que debía caminar junto a la revolución marxista —fue miembro del Partido Comunista Francés desde 1927 a 1935—; por lo tanto, excomulgó, condenó y expulsó del grupo a todos aquellos que no coincidían con sus ideas; entre los expulsados se encontraron Roger Vitrac, Philippe Soupault, Antonin Artaud, Salvador Dalí y Robert Desnos. Escribe el libro de poesías La Inmaculada Concepción(1930) y Los vasos comunicantes, éste junto al también escritor Paul Éluard (1932).
La vanguardia española le citó en revistas como Alfar, Grecia, Hélix, Terramar, Art etc. y en 1922, con motivo de la exposición de Francis Picabia en las Galerías Dalmau, estuvo en España. En 1935 visitó Tenerife para asistir a la Exposición Surrealista organizada por la revista Gaceta de Arte, dirigida por Eduardo Westerdahl, lo que supuso un hito en la historia de la creación cultural en Canarias. Sobre esta experiencia escribió El viaje a Tenerife (1935), ensayo, y el poema Le château étoilé.
En 1934 contrajo matrimonio con Jacqueline Lamba, inspiradora de El amor loco. Dos años después nace su hija Aube. Su obra más creativa es Nadja, en parte autobiográfica. En 1937 inaugura la galería "Gradiva" en la calle de Seine, viaja a México donde conoce a Trotski, e influido por el trotskismo, redacta una nueva toma de posición, con el título de Manifiesto por un arte revolucionario independiente.
En 1941 se embarca en el Capitaine-Paul-Lemerle hacia Martinica, donde es internado en un campo. Durante la década viajó a Santo Domingo, donde ejerció fuerte influencia en los escritores jóvenes y donde participaba en tertulias de intelectuales en la casa de la pareja de inmigrantes alemanes Erwin Walter Palm e Hilde Domin. Liberado bajo fianza llega a Nueva York para un exilio que durará cinco años y publica los Prolegómenos a un tercer manifiesto o no, conocido también como Tercer manifiesto surrealista. Escribe La lanterne sourde (La linterna sorda). Un año después funda en la ciudad estadounidense de Nueva York la revista VVV. Es en esa ciudad donde conocerá a su nueva esposa, Elisa. Al comienzo de la segunda guerra mundial, vigilado por el gobierno de Vichy, se refugió en América; volvió a París en 1946. En 1956 funda una nueva publicación, Le Surrealisme Même, siguiendo hasta su muerte en 1966 animando al grupo surrealista. Poco antes de morir, le decía a Luis Buñuel, hoy nadie se escandaliza, la sociedad ha encontrado maneras de anular el potencial provocador de una obra de arte, adoptando ante ella una actitud de placer consumista. Murió en la mañana del 28 de septiembre de 1966, en el hospital Lariboisière (París). Fue enterrado en el cementerio de Batignolles, a pocos metros de la tumba de su amigo Benjamín Péret. Su poesía, recopilada en Poemas (1948), refleja la influencia de los poetas Paul Valéry y Arthur Rimbaud.
Ensayos
• Manifiesto surrealista (1924, 1930, 1946)
• El Surrealismo y la pintura (1928)
• Segundo manifiesto (1929)
• Antología del humor negro (1940)
• Prolegómenos a un tercer manifiesto o no (1942)
• Delito Flagrante (1949)
• El surrealismo a través de sus obras (1954)
Poesía
• Poemas (1948)
union libre
Otras obras
• Monte de piedad (1919)
• Los campos magnéticos (1920) (con Philippe Soupault)
• Claro de tierra (1923)
• Los pasos perdidos (1924)
• Nadja (1928)
• Los vasos comunicantes (1932)
• Point du jour (1934)
• El amor loco (1937)
• Arcade 17 (1944)
• La llave de los campos (1953)
• Ella
• El Quijote (1954)
Luis Buñuel.
Luis Buñuel nació en Calanda el 22 de febrero de 1900. Su padre, Leonardo Buñuel González, originario del mismo pueblo, donde tenía un negocio de ferretería, había consiguido una pequeña fortuna en Cuba y tras la guerra de independencia liquidó sus negocios y volvió a su pueblo natal, donde se casó con María Portolés Cerezuela, mucho más joven que él, con la que tuvo siete hijos: Luis (1900), María (1901), Alicia (1902), Concepción (1904), Leonardo (1907), Margarita (1912) y Alfonso (1915). A los cuatro meses del nacimiento de su primogénito, la familia se traslada a vivir a Zaragoza y a partir de entonces repartiría sus vacaciones entre Calanda (donde regresaban en Semana Santa) y San Sebastián.
Así pues, Luis pasó toda su infancia y adolescencia en Zaragoza, donde cursó la educación primaria y secundaria, primero en Corazonistas (con mayoría de franceses), y luego durante siete años en el colegio jesuita de El Salvador, en la plaza de Aragón, a media pensión (con una gorra como uniforme). En 1908 asiste por primera vez al cine Farrucini (una barraca con una lona como cubierta) para ver una película coloreada a mano de dibujos animados. En esa época el cine era considerado todavía una atracción de feria y aún tardó unos años en haber cines estables. Luis vería durante su infancia muchas películas (su prima tenía acceso desde la cocina de su casa a la pantalla de uno de los primeros cines de Zaragoza). Cuando tenía trece años, a la vuelta de uno de los habituales viajes a París de sus padres, éstos le regalaron un teatro con personajes de cartón; con este teatro comenzó a ofrecer representaciones a los jóvenes de su pueblo.
A partir de 1913, paralelamente a sus estudios, comienza a estudiar violín y toca en el coro de la Virgen del Carmen de Zaragoza. Ese mismo año sale por primera vez de Aragón y viaja a Vega de Pas (Cantabria). En 191 es expulsado por los jesuitas del colegio a causa de una borrachera y se matricula en el Instituto de Enseñanza Media de Zaragoza (más tarde llamado Goya) como alumno libre. En esa época lee El origen de las especies de Darwin.
A los 17 años, terminado el bachillerato, parte a Madrid para cursar estudios universitarios. En la capital se aloja en la recién creada Residencia de Estudiantes, fundada por la Institución Libre de Enseñanza, donde permanecería siete años. Su propósito de estudiar, inducido por su padre, Ingeniería Agrónoma. En esta época se hace naturista y lleva una alimentación y vestimenta espartanas, gustando de lavarse con agua helada. Toma parte de las actividades del cine-club de la Residencia y traba amistad con, entre otros, Salvador Dalí, Federico García Lorca, Rafael Alberti, Pepín Bello y Juan Ramón Jiménez. También participó en las tertulias ultraístas y, todos los sábados desde 1918 hasta 1924, en las del Café Pombo, dirigidas por Ramón Gómez de la Serna.
En 1920 inicia, con el doctor Ignacio Bolívar, estudios de entomología, que abandonará para matricularse en Filosofía y Letras, rama de Historia, ya que se había informado de que varios países ofrecían trabajo como lector de español a licenciados en Filosofía y Letras viendo así una oportunidad de cumplir su deseo de salir de España. Con sus compañeros de la Residencia hace sus primeros ensayos de puesta en escena, con versiones delirantes del Don Juan Tenorio en las que actuaban Lorca, Dalí y otros compañeros.
Obra literaria,
Luis Buñuel había realizado varias intentonas en diversos campos antes de dedicarse al mundo del cine. Durante su estancia en la Residencia de Estudiantes de Madrid escribió algunos cuentos e historias breves que luego se recopilaron bajo el título de Escritos de Luis Buñuel.
• Una traición incalificable
• Instrumentación
• Suburbios
• Tragedias inadvertidas como temas de un teatro novísimo
• Por qué nunca uso reloj
• El ciego de las tortugas
• Teorema
• Lucille y sus tres peces
• Ramuneta en la playa
• Caballería rusticana
• Una historia decente
• La agradable consigna de Santa Huesca
• Una jirafa
• Sobre el amor.
Bernal Díaz del Castillo
Bernal Diaz del Castillo acompañó la expedición de Hernán Cortés y fue cronista de Indias. Viajó en 1514 al Nuevo Mundo en la expedición de Pedro Arias Dávila, que había sido nombrado un año antes gobernador de Castilla del Oro. En esos tiempos, era un joven de más de veinte años de edad, de baja instrucción escolar y que no contaba con riqueza en su tierra natal.
Al parecer estuvo con éste algún tiempo en la zona del istmo de Panamá. De allí viajó a la recién conquistada Cuba, donde gobernaba Diego Velázquez de Cuéllar, quien le ofreció, al igual que a otros españoles, indios en encomienda, lo que nunca se cumplió, permaneciendo dos años en donde no se le presentó ninguna situación ventajosa para sus intereses.
La población indígena de la isla se agotaba debido a las epidemias y trabajos forzados a los que no estaban acostumbrados. Con el objetivo de capturar indios, para luego venderlos como esclavos en Cuba, el gobernador de la isla organizó una exploración hacia las otras pequeñas islas del Caribe. En ese viaje realizado en 1517 se alistó Bernal, bajo las órdenes del capitán Francisco Hernández de Córdoba. Fue en ese año cuando tuvo sus primeros contactos con el vasto territorio que más tarde se llamaría Nueva España. En esa expedición exploraron las costas de Yucatán donde pudo percatarse de la existencia de ciudades en la misma. Después de penosas y peligrosas travesías, regresando a Cuba en condiciones desastrosas.

Al año siguiente, Bernal embarcó, en esta ocasión bajo el mando de Juan de Grijalva para explorar las tierras descubiertas. Por segunda vez retornó a Cuba.
Su entrada definitiva en México tuvo lugar en 1519, cuando se embarcó en la expedición capitaneada por Hernán Cortés. Hallándose bajo las órdenes directas de Pedro de Alvarado, tomó parte en no pocos de los principales hechos de la conquista del Imperio azteca. Hombre dotado de una memoria extraordinaria, habría de recordar muchos años después todos esos episodios y decidió ponerlos por escrito. Ello ocurrió cuando se hallaba ya en Guatemala, en donde contrajo matrimonio en 1544 con Teresa Becerra, hija de quien había sido uno de los conquistadores y alcalde ordinario de Guatemala. Díaz del Castillo hizo dos viajes a España en demanda de mercedes, en el segundo de los cuales participó en la famosa Junta de Valladolid que, sobre la esclavitud de los indios, perpetuidad de encomiendas y tributos, se celebró en 1550 (enfrentándose los argumentos contrarios de Bartolomé de las Casas y Juan Ginés de Sepúlveda). De regreso en Guatemala, al no lograr que el presidente de la audiencia satisficiera lo que pretendía haber obtenido en España, prosiguió en su lucha por los que creía ser derechos inherentes a sus méritos de conquistador.
Elegido regidor de la ciudad de Guatemala, concurrió a las sesiones del cabildo según lo muestran las actas suscritas por él. Hay indicios para afirmar que hacia 1557 había empezado a escribir su crónica sobre la conquista de México. Alonso de Zorita, que fue oidor de la Audiencia de los Confines y anduvo por tierras de Guatemala desde la primavera de 1553 a finales de abril de 1557, dice en su Historia de Nueva España:
Bernaldo Díaz del Castillo, vecino de Guatemala, donde tiene un buen repartimiento, y fue conquistador de aquella tierra, y en Nueva España y en Guacacinalco, me dixo estando yo por oidor de la Real Audiencia de los Confines que reside en la ciudad de Santiago de Guatemala, que escribía la historia de aquella tierra, y me mostró parte de lo que tenía escrito; no sé si la acabó, ni si ha salido a luz.
Revisando su obra una y otra vez, la dio al fin por concluida en 1575. Intitulada Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, incluye un vívido, épico y movido relato de los principales acontecimientos de ella, desde su comienzo hasta la caída de Tenochtitlán y otros aconteceres que a ella siguieron. Díaz del Castillo falleció en Guatemala en 1584. Sus restos se encuentran sepultados en las criptas principales de la Catedral (hoy en ruinas) de la Ciudad de Antigua Guatemala (originalmente Santiago de los Caballeros de Guatemala).
Díaz del Castillo fue testigo y actor de los principales sucesos de la caída de las grandes civilizaciones mesoamericanas, escapando milagrosamente de la muerte. El mismo dice "... ningún capitán ni soldado pasó a esta Nueva España tres veces arreo, una tras otra, como yo; de manera que soy el más antiguo descubridor y conquistador que ha habido ni hay en la Nueva España...", por lo que parece la persona más autorizada para contar la epopeya del siglo XVI, toda vez que
De quinientos cincuenta soldados que pasamos con Cortés desde la isla de Cuba no somos vivos en toda la Nueva España de todos ellos, hasta este año de mil quinientos setenta y ocho, que estoy trasladando esta mi relación, sino cinco.
Bernal conversaba frecuentemente con sus compañeros de armas sobre el tema de la conquista de la Nueva España; ese continuo evocar los acontecimientos fue formándole algunas ideas que más tarde dieron lugar a un conjunto de narraciones. Recurre a sus recuerdos, reforzados por los de sus compañeros, y por eso su obra puede ser considerada como colectiva, lo que no la exime de elementos subjetivos.
Obra
En su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España advierte que no sabe latín ni fue a la universidad, pero eso no era impedimento, porque:
Lo que yo vi y me hallé en ello peleando, como buen testigo de vista yo lo escribiré, con la ayuda de Dios, muy llanamente, sin torcer ni una parte ni otra....
Su obra, en efecto, está constituida por lo que vio y en ella plasma su experiencia personal, con el propósito de reivindicar el papel que en la conquista tuvieron las personas que como él ayudaron a personajes de mayor nota a conquistar una celebridad derivada más que nada de historiadores afectos a protagonismos singulares, como Gomara, de forma que oscurecieron el papel fundamental que ejerció la masa sencilla de los soldados, sin cuya consulta y apoyo nada podría haberse hecho. Bernal, pues, reivindica el papel colectivo del pueblo castellano en la conquista:
Mi intento desde que comencé a hacer mi relación no fue sino para escribir nuestros heroicos hechos e hazañas de los que pasamos con Cortés, para que agora se vean y se descubran muy claramente quiénes fueron los valerosos capitanes y fuertes soldados que ganamos esta parte del Nuevo Mundo y no se refiera la honra de todos a un solo capitán; porque no hay memoria de ninguno de nosotros en los libros y memorias que están escritos, y sólo el marqués Cortés dicen en esos libros que es el que lo descubrió y lo conquistó, y los capitanes y soldados que lo ganamos quedamos en blanco, sin haber memoria de nuestra personas y conquistas, que por sublimar a un solo capitán quieren deshacer a muchos.
La Historia verdadera está escrita con una gran vivacidad y llaneza, y un gran aliento épico, de lo cual nace su mérito literario. El mismo lo indica:
Según nuestro hablar de Castilla la Vieja, y que en estos tiempos se tiene por más agradable, porque no van razones hermoseadas ni policía dorada, que suelen poner los que han escrito, sino todo a las buenas llanas, y que debajo de esta verdad se encierra todo bien hablar. (CCXII, p. 303)
En el transcurso de sus narraciones indica qué sucesos presenció, cuáles le contaron sus compañeros y cuáles conoció por papeles o escritos de otros. El motivo que le incitó a escribir fueron las inexactitudes de Francisco López de Gómara y su crónica, y reivindicar la conquista de México como empresa colectiva, donde tanto protagonismo como el que se imputó a Cortés debería haber correspondido también a sus hombres y principales capitanes; sus contemporáneos (Antonio de Solís, por ejemplo) entendieron, sin embargo, que lo que le movió fue una cierta envidia a Cortés. La Historia verdadera fue vertida al francés por el poeta parnasiano francés de origen dominicano José María de Heredia en tres volúmenes (1877-1878).
Cronistas e historiadores.
André Breton.
De origen modesto, comenzó a estudiar medicina por presiones familiares. Movilizado en Nantes, durante la Primera Guerra Mundial, en 1916, conoció a Jacques Vaché, que ejerció sobre él una gran influencia, a pesar de haber escrito únicamente cartas de guerra. Entra en contacto con el mundo del arte a través del grupo dadaísta en 1916. Durante la guerra trabajó en hospitales psiquiátricos, donde estudió las obras de Sigmund Freud y sus experimentos con la escritura automática (escritura libre de todo control de la razón y de preocupaciones estéticas o morales), lo que influyó en su formulación de la teoría surrealista. Se convirtió en pionero de los movimientos antirracionalistas conocidos como dadaísmo y surrealismo. En 1920 publicó su primera obra Los campos magnéticos, en la que exploraba las posibilidades de la escritura automática a. Al año siguiente rompió con Tristan Tzara, el fundador del dadaísmo.
Fundó con Louis Aragon y Philippe Soupault la revista Littérature. En 1924 escribió el Manifiesto surrealista y a su alrededor se formó un grupo compuesto por Philippe Soupault, Louis Aragon, Paul Éluard, René Crevel, Michel Leiris, Robert Desnos, Benjamin Péret, deseosos de llegar al «Cambiar la vida» de Rimbaud y «Transformar el mundo» de Marx. «El surrealismo se basa en la creencia en la realidad superior de ciertas formas de asociación desdeñadas hasta la aparición del mismo y en el libre ejercicio del pensamiento. Tiende a destruir definitivamente todos los restantes mecanismos psíquicos y a sustituirlos en la resolución de los principales problemas de la vida». En este manifiesto además se asientan las bases del automatismo psíquico como medio de expresión artística que surge sin la intervención del intelecto. Muy pronto el movimiento se acerca a la política y en 1927 Aragon, Éluard y Breton se afilian al Partido Comunista, aunque la idea surrealista se alejará muy pronto del comunismo oficial. En 1928 publica en París Le surréalisme et la peinture. Con la publicación del Segundo manifiesto surrealista (1929) llegó la polémica: Breton, líder, o más bien "papa negro" del movimiento surrealista, concretaba la noción de surrealismo y afirmaba que debía caminar junto a la revolución marxista —fue miembro del Partido Comunista Francés desde 1927 a 1935—; por lo tanto, excomulgó, condenó y expulsó del grupo a todos aquellos que no coincidían con sus ideas; entre los expulsados se encontraron Roger Vitrac, Philippe Soupault, Antonin Artaud, Salvador Dalí y Robert Desnos. Escribe el libro de poesías La Inmaculada Concepción(1930) y Los vasos comunicantes, éste junto al también escritor Paul Éluard (1932).
La vanguardia española le citó en revistas como Alfar, Grecia, Hélix, Terramar, Art etc. y en 1922, con motivo de la exposición de Francis Picabia en las Galerías Dalmau, estuvo en España. En 1935 visitó Tenerife para asistir a la Exposición Surrealista organizada por la revista Gaceta de Arte, dirigida por Eduardo Westerdahl, lo que supuso un hito en la historia de la creación cultural en Canarias. Sobre esta experiencia escribió El viaje a Tenerife (1935), ensayo, y el poema Le château étoilé.
En 1934 contrajo matrimonio con Jacqueline Lamba, inspiradora de El amor loco. Dos años después nace su hija Aube. Su obra más creativa es Nadja, en parte autobiográfica. En 1937 inaugura la galería "Gradiva" en la calle de Seine, viaja a México donde conoce a Trotski, e influido por el trotskismo, redacta una nueva toma de posición, con el título de Manifiesto por un arte revolucionario independiente.
En 1941 se embarca en el Capitaine-Paul-Lemerle hacia Martinica, donde es internado en un campo. Durante la década viajó a Santo Domingo, donde ejerció fuerte influencia en los escritores jóvenes y donde participaba en tertulias de intelectuales en la casa de la pareja de inmigrantes alemanes Erwin Walter Palm e Hilde Domin. Liberado bajo fianza llega a Nueva York para un exilio que durará cinco años y publica los Prolegómenos a un tercer manifiesto o no, conocido también como Tercer manifiesto surrealista. Escribe La lanterne sourde (La linterna sorda). Un año después funda en la ciudad estadounidense de Nueva York la revista VVV. Es en esa ciudad donde conocerá a su nueva esposa, Elisa. Al comienzo de la segunda guerra mundial, vigilado por el gobierno de Vichy, se refugió en América; volvió a París en 1946. En 1956 funda una nueva publicación, Le Surrealisme Même, siguiendo hasta su muerte en 1966 animando al grupo surrealista. Poco antes de morir, le decía a Luis Buñuel, hoy nadie se escandaliza, la sociedad ha encontrado maneras de anular el potencial provocador de una obra de arte, adoptando ante ella una actitud de placer consumista. Murió en la mañana del 28 de septiembre de 1966, en el hospital Lariboisière (París). Fue enterrado en el cementerio de Batignolles, a pocos metros de la tumba de su amigo Benjamín Péret. Su poesía, recopilada en Poemas (1948), refleja la influencia de los poetas Paul Valéry y Arthur Rimbaud.
Ensayos
• Manifiesto surrealista (1924, 1930, 1946)
• El Surrealismo y la pintura (1928)
• Segundo manifiesto (1929)
• Antología del humor negro (1940)
• Prolegómenos a un tercer manifiesto o no (1942)
• Delito Flagrante (1949)
• El surrealismo a través de sus obras (1954)
Poesía
• Poemas (1948)
union libre
Otras obras
• Monte de piedad (1919)
• Los campos magnéticos (1920) (con Philippe Soupault)
• Claro de tierra (1923)
• Los pasos perdidos (1924)
• Nadja (1928)
• Los vasos comunicantes (1932)
• Point du jour (1934)
• El amor loco (1937)
• Arcade 17 (1944)
• La llave de los campos (1953)
• Ella
• El Quijote (1954)
Luis Buñuel.
Luis Buñuel nació en Calanda el 22 de febrero de 1900. Su padre, Leonardo Buñuel González, originario del mismo pueblo, donde tenía un negocio de ferretería, había consiguido una pequeña fortuna en Cuba y tras la guerra de independencia liquidó sus negocios y volvió a su pueblo natal, donde se casó con María Portolés Cerezuela, mucho más joven que él, con la que tuvo siete hijos: Luis (1900), María (1901), Alicia (1902), Concepción (1904), Leonardo (1907), Margarita (1912) y Alfonso (1915). A los cuatro meses del nacimiento de su primogénito, la familia se traslada a vivir a Zaragoza y a partir de entonces repartiría sus vacaciones entre Calanda (donde regresaban en Semana Santa) y San Sebastián.
Así pues, Luis pasó toda su infancia y adolescencia en Zaragoza, donde cursó la educación primaria y secundaria, primero en Corazonistas (con mayoría de franceses), y luego durante siete años en el colegio jesuita de El Salvador, en la plaza de Aragón, a media pensión (con una gorra como uniforme). En 1908 asiste por primera vez al cine Farrucini (una barraca con una lona como cubierta) para ver una película coloreada a mano de dibujos animados. En esa época el cine era considerado todavía una atracción de feria y aún tardó unos años en haber cines estables. Luis vería durante su infancia muchas películas (su prima tenía acceso desde la cocina de su casa a la pantalla de uno de los primeros cines de Zaragoza). Cuando tenía trece años, a la vuelta de uno de los habituales viajes a París de sus padres, éstos le regalaron un teatro con personajes de cartón; con este teatro comenzó a ofrecer representaciones a los jóvenes de su pueblo.
A partir de 1913, paralelamente a sus estudios, comienza a estudiar violín y toca en el coro de la Virgen del Carmen de Zaragoza. Ese mismo año sale por primera vez de Aragón y viaja a Vega de Pas (Cantabria). En 191 es expulsado por los jesuitas del colegio a causa de una borrachera y se matricula en el Instituto de Enseñanza Media de Zaragoza (más tarde llamado Goya) como alumno libre. En esa época lee El origen de las especies de Darwin.
A los 17 años, terminado el bachillerato, parte a Madrid para cursar estudios universitarios. En la capital se aloja en la recién creada Residencia de Estudiantes, fundada por la Institución Libre de Enseñanza, donde permanecería siete años. Su propósito de estudiar, inducido por su padre, Ingeniería Agrónoma. En esta época se hace naturista y lleva una alimentación y vestimenta espartanas, gustando de lavarse con agua helada. Toma parte de las actividades del cine-club de la Residencia y traba amistad con, entre otros, Salvador Dalí, Federico García Lorca, Rafael Alberti, Pepín Bello y Juan Ramón Jiménez. También participó en las tertulias ultraístas y, todos los sábados desde 1918 hasta 1924, en las del Café Pombo, dirigidas por Ramón Gómez de la Serna.
En 1920 inicia, con el doctor Ignacio Bolívar, estudios de entomología, que abandonará para matricularse en Filosofía y Letras, rama de Historia, ya que se había informado de que varios países ofrecían trabajo como lector de español a licenciados en Filosofía y Letras viendo así una oportunidad de cumplir su deseo de salir de España. Con sus compañeros de la Residencia hace sus primeros ensayos de puesta en escena, con versiones delirantes del Don Juan Tenorio en las que actuaban Lorca, Dalí y otros compañeros.
Obra literaria,
Luis Buñuel había realizado varias intentonas en diversos campos antes de dedicarse al mundo del cine. Durante su estancia en la Residencia de Estudiantes de Madrid escribió algunos cuentos e historias breves que luego se recopilaron bajo el título de Escritos de Luis Buñuel.
• Una traición incalificable
• Instrumentación
• Suburbios
• Tragedias inadvertidas como temas de un teatro novísimo
• Por qué nunca uso reloj
• El ciego de las tortugas
• Teorema
• Lucille y sus tres peces
• Ramuneta en la playa
• Caballería rusticana
• Una historia decente
• La agradable consigna de Santa Huesca
• Una jirafa
• Sobre el amor.
Bernal Díaz del Castillo
Bernal Diaz del Castillo acompañó la expedición de Hernán Cortés y fue cronista de Indias. Viajó en 1514 al Nuevo Mundo en la expedición de Pedro Arias Dávila, que había sido nombrado un año antes gobernador de Castilla del Oro. En esos tiempos, era un joven de más de veinte años de edad, de baja instrucción escolar y que no contaba con riqueza en su tierra natal.
Al parecer estuvo con éste algún tiempo en la zona del istmo de Panamá. De allí viajó a la recién conquistada Cuba, donde gobernaba Diego Velázquez de Cuéllar, quien le ofreció, al igual que a otros españoles, indios en encomienda, lo que nunca se cumplió, permaneciendo dos años en donde no se le presentó ninguna situación ventajosa para sus intereses.
La población indígena de la isla se agotaba debido a las epidemias y trabajos forzados a los que no estaban acostumbrados. Con el objetivo de capturar indios, para luego venderlos como esclavos en Cuba, el gobernador de la isla organizó una exploración hacia las otras pequeñas islas del Caribe. En ese viaje realizado en 1517 se alistó Bernal, bajo las órdenes del capitán Francisco Hernández de Córdoba. Fue en ese año cuando tuvo sus primeros contactos con el vasto territorio que más tarde se llamaría Nueva España. En esa expedición exploraron las costas de Yucatán donde pudo percatarse de la existencia de ciudades en la misma. Después de penosas y peligrosas travesías, regresando a Cuba en condiciones desastrosas.

Al año siguiente, Bernal embarcó, en esta ocasión bajo el mando de Juan de Grijalva para explorar las tierras descubiertas. Por segunda vez retornó a Cuba.
Su entrada definitiva en México tuvo lugar en 1519, cuando se embarcó en la expedición capitaneada por Hernán Cortés. Hallándose bajo las órdenes directas de Pedro de Alvarado, tomó parte en no pocos de los principales hechos de la conquista del Imperio azteca. Hombre dotado de una memoria extraordinaria, habría de recordar muchos años después todos esos episodios y decidió ponerlos por escrito. Ello ocurrió cuando se hallaba ya en Guatemala, en donde contrajo matrimonio en 1544 con Teresa Becerra, hija de quien había sido uno de los conquistadores y alcalde ordinario de Guatemala. Díaz del Castillo hizo dos viajes a España en demanda de mercedes, en el segundo de los cuales participó en la famosa Junta de Valladolid que, sobre la esclavitud de los indios, perpetuidad de encomiendas y tributos, se celebró en 1550 (enfrentándose los argumentos contrarios de Bartolomé de las Casas y Juan Ginés de Sepúlveda). De regreso en Guatemala, al no lograr que el presidente de la audiencia satisficiera lo que pretendía haber obtenido en España, prosiguió en su lucha por los que creía ser derechos inherentes a sus méritos de conquistador.
Elegido regidor de la ciudad de Guatemala, concurrió a las sesiones del cabildo según lo muestran las actas suscritas por él. Hay indicios para afirmar que hacia 1557 había empezado a escribir su crónica sobre la conquista de México. Alonso de Zorita, que fue oidor de la Audiencia de los Confines y anduvo por tierras de Guatemala desde la primavera de 1553 a finales de abril de 1557, dice en su Historia de Nueva España:
Bernaldo Díaz del Castillo, vecino de Guatemala, donde tiene un buen repartimiento, y fue conquistador de aquella tierra, y en Nueva España y en Guacacinalco, me dixo estando yo por oidor de la Real Audiencia de los Confines que reside en la ciudad de Santiago de Guatemala, que escribía la historia de aquella tierra, y me mostró parte de lo que tenía escrito; no sé si la acabó, ni si ha salido a luz.
Revisando su obra una y otra vez, la dio al fin por concluida en 1575. Intitulada Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, incluye un vívido, épico y movido relato de los principales acontecimientos de ella, desde su comienzo hasta la caída de Tenochtitlán y otros aconteceres que a ella siguieron. Díaz del Castillo falleció en Guatemala en 1584. Sus restos se encuentran sepultados en las criptas principales de la Catedral (hoy en ruinas) de la Ciudad de Antigua Guatemala (originalmente Santiago de los Caballeros de Guatemala).
Díaz del Castillo fue testigo y actor de los principales sucesos de la caída de las grandes civilizaciones mesoamericanas, escapando milagrosamente de la muerte. El mismo dice "... ningún capitán ni soldado pasó a esta Nueva España tres veces arreo, una tras otra, como yo; de manera que soy el más antiguo descubridor y conquistador que ha habido ni hay en la Nueva España...", por lo que parece la persona más autorizada para contar la epopeya del siglo XVI, toda vez que
De quinientos cincuenta soldados que pasamos con Cortés desde la isla de Cuba no somos vivos en toda la Nueva España de todos ellos, hasta este año de mil quinientos setenta y ocho, que estoy trasladando esta mi relación, sino cinco.
Bernal conversaba frecuentemente con sus compañeros de armas sobre el tema de la conquista de la Nueva España; ese continuo evocar los acontecimientos fue formándole algunas ideas que más tarde dieron lugar a un conjunto de narraciones. Recurre a sus recuerdos, reforzados por los de sus compañeros, y por eso su obra puede ser considerada como colectiva, lo que no la exime de elementos subjetivos.
Obra
En su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España advierte que no sabe latín ni fue a la universidad, pero eso no era impedimento, porque:
Lo que yo vi y me hallé en ello peleando, como buen testigo de vista yo lo escribiré, con la ayuda de Dios, muy llanamente, sin torcer ni una parte ni otra....
Su obra, en efecto, está constituida por lo que vio y en ella plasma su experiencia personal, con el propósito de reivindicar el papel que en la conquista tuvieron las personas que como él ayudaron a personajes de mayor nota a conquistar una celebridad derivada más que nada de historiadores afectos a protagonismos singulares, como Gomara, de forma que oscurecieron el papel fundamental que ejerció la masa sencilla de los soldados, sin cuya consulta y apoyo nada podría haberse hecho. Bernal, pues, reivindica el papel colectivo del pueblo castellano en la conquista:
Mi intento desde que comencé a hacer mi relación no fue sino para escribir nuestros heroicos hechos e hazañas de los que pasamos con Cortés, para que agora se vean y se descubran muy claramente quiénes fueron los valerosos capitanes y fuertes soldados que ganamos esta parte del Nuevo Mundo y no se refiera la honra de todos a un solo capitán; porque no hay memoria de ninguno de nosotros en los libros y memorias que están escritos, y sólo el marqués Cortés dicen en esos libros que es el que lo descubrió y lo conquistó, y los capitanes y soldados que lo ganamos quedamos en blanco, sin haber memoria de nuestra personas y conquistas, que por sublimar a un solo capitán quieren deshacer a muchos.
La Historia verdadera está escrita con una gran vivacidad y llaneza, y un gran aliento épico, de lo cual nace su mérito literario. El mismo lo indica:
Según nuestro hablar de Castilla la Vieja, y que en estos tiempos se tiene por más agradable, porque no van razones hermoseadas ni policía dorada, que suelen poner los que han escrito, sino todo a las buenas llanas, y que debajo de esta verdad se encierra todo bien hablar. (CCXII, p. 303)
En el transcurso de sus narraciones indica qué sucesos presenció, cuáles le contaron sus compañeros y cuáles conoció por papeles o escritos de otros. El motivo que le incitó a escribir fueron las inexactitudes de Francisco López de Gómara y su crónica, y reivindicar la conquista de México como empresa colectiva, donde tanto protagonismo como el que se imputó a Cortés debería haber correspondido también a sus hombres y principales capitanes; sus contemporáneos (Antonio de Solís, por ejemplo) entendieron, sin embargo, que lo que le movió fue una cierta envidia a Cortés. La Historia verdadera fue vertida al francés por el poeta parnasiano francés de origen dominicano José María de Heredia en tres volúmenes (1877-1878).
Cronistas e historiadores.
André Breton.
De origen modesto, comenzó a estudiar medicina por presiones familiares. Movilizado en Nantes, durante la Primera Guerra Mundial, en 1916, conoció a Jacques Vaché, que ejerció sobre él una gran influencia, a pesar de haber escrito únicamente cartas de guerra. Entra en contacto con el mundo del arte a través del grupo dadaísta en 1916. Durante la guerra trabajó en hospitales psiquiátricos, donde estudió las obras de Sigmund Freud y sus experimentos con la escritura automática (escritura libre de todo control de la razón y de preocupaciones estéticas o morales), lo que influyó en su formulación de la teoría surrealista. Se convirtió en pionero de los movimientos antirracionalistas conocidos como dadaísmo y surrealismo. En 1920 publicó su primera obra Los campos magnéticos, en la que exploraba las posibilidades de la escritura automática a. Al año siguiente rompió con Tristan Tzara, el fundador del dadaísmo.
Fundó con Louis Aragon y Philippe Soupault la revista Littérature. En 1924 escribió el Manifiesto surrealista y a su alrededor se formó un grupo compuesto por Philippe Soupault, Louis Aragon, Paul Éluard, René Crevel, Michel Leiris, Robert Desnos, Benjamin Péret, deseosos de llegar al «Cambiar la vida» de Rimbaud y «Transformar el mundo» de Marx. «El surrealismo se basa en la creencia en la realidad superior de ciertas formas de asociación desdeñadas hasta la aparición del mismo y en el libre ejercicio del pensamiento. Tiende a destruir definitivamente todos los restantes mecanismos psíquicos y a sustituirlos en la resolución de los principales problemas de la vida». En este manifiesto además se asientan las bases del automatismo psíquico como medio de expresión artística que surge sin la intervención del intelecto. Muy pronto el movimiento se acerca a la política y en 1927 Aragon, Éluard y Breton se afilian al Partido Comunista, aunque la idea surrealista se alejará muy pronto del comunismo oficial. En 1928 publica en París Le surréalisme et la peinture. Con la publicación del Segundo manifiesto surrealista (1929) llegó la polémica: Breton, líder, o más bien "papa negro" del movimiento surrealista, concretaba la noción de surrealismo y afirmaba que debía caminar junto a la revolución marxista —fue miembro del Partido Comunista Francés desde 1927 a 1935—; por lo tanto, excomulgó, condenó y expulsó del grupo a todos aquellos que no coincidían con sus ideas; entre los expulsados se encontraron Roger Vitrac, Philippe Soupault, Antonin Artaud, Salvador Dalí y Robert Desnos. Escribe el libro de poesías La Inmaculada Concepción(1930) y Los vasos comunicantes, éste junto al también escritor Paul Éluard (1932).
La vanguardia española le citó en revistas como Alfar, Grecia, Hélix, Terramar, Art etc. y en 1922, con motivo de la exposición de Francis Picabia en las Galerías Dalmau, estuvo en España. En 1935 visitó Tenerife para asistir a la Exposición Surrealista organizada por la revista Gaceta de Arte, dirigida por Eduardo Westerdahl, lo que supuso un hito en la historia de la creación cultural en Canarias. Sobre esta experiencia escribió El viaje a Tenerife (1935), ensayo, y el poema Le château étoilé.
En 1934 contrajo matrimonio con Jacqueline Lamba, inspiradora de El amor loco. Dos años después nace su hija Aube. Su obra más creativa es Nadja, en parte autobiográfica. En 1937 inaugura la galería "Gradiva" en la calle de Seine, viaja a México donde conoce a Trotski, e influido por el trotskismo, redacta una nueva toma de posición, con el título de Manifiesto por un arte revolucionario independiente.
En 1941 se embarca en el Capitaine-Paul-Lemerle hacia Martinica, donde es internado en un campo. Durante la década viajó a Santo Domingo, donde ejerció fuerte influencia en los escritores jóvenes y donde participaba en tertulias de intelectuales en la casa de la pareja de inmigrantes alemanes Erwin Walter Palm e Hilde Domin. Liberado bajo fianza llega a Nueva York para un exilio que durará cinco años y publica los Prolegómenos a un tercer manifiesto o no, conocido también como Tercer manifiesto surrealista. Escribe La lanterne sourde (La linterna sorda). Un año después funda en la ciudad estadounidense de Nueva York la revista VVV. Es en esa ciudad donde conocerá a su nueva esposa, Elisa. Al comienzo de la segunda guerra mundial, vigilado por el gobierno de Vichy, se refugió en América; volvió a París en 1946. En 1956 funda una nueva publicación, Le Surrealisme Même, siguiendo hasta su muerte en 1966 animando al grupo surrealista. Poco antes de morir, le decía a Luis Buñuel, hoy nadie se escandaliza, la sociedad ha encontrado maneras de anular el potencial provocador de una obra de arte, adoptando ante ella una actitud de placer consumista. Murió en la mañana del 28 de septiembre de 1966, en el hospital Lariboisière (París). Fue enterrado en el cementerio de Batignolles, a pocos metros de la tumba de su amigo Benjamín Péret. Su poesía, recopilada en Poemas (1948), refleja la influencia de los poetas Paul Valéry y Arthur Rimbaud.
Ensayos
• Manifiesto surrealista (1924, 1930, 1946)
• El Surrealismo y la pintura (1928)
• Segundo manifiesto (1929)
• Antología del humor negro (1940)
• Prolegómenos a un tercer manifiesto o no (1942)
• Delito Flagrante (1949)
• El surrealismo a través de sus obras (1954)
Poesía
• Poemas (1948)
union libre
Otras obras
• Monte de piedad (1919)
• Los campos magnéticos (1920) (con Philippe Soupault)
• Claro de tierra (1923)
• Los pasos perdidos (1924)
• Nadja (1928)
• Los vasos comunicantes (1932)
• Point du jour (1934)
• El amor loco (1937)
• Arcade 17 (1944)
• La llave de los campos (1953)
• Ella
• El Quijote (1954)
Luis Buñuel.
Luis Buñuel nació en Calanda el 22 de febrero de 1900. Su padre, Leonardo Buñuel González, originario del mismo pueblo, donde tenía un negocio de ferretería, había consiguido una pequeña fortuna en Cuba y tras la guerra de independencia liquidó sus negocios y volvió a su pueblo natal, donde se casó con María Portolés Cerezuela, mucho más joven que él, con la que tuvo siete hijos: Luis (1900), María (1901), Alicia (1902), Concepción (1904), Leonardo (1907), Margarita (1912) y Alfonso (1915). A los cuatro meses del nacimiento de su primogénito, la familia se traslada a vivir a Zaragoza y a partir de entonces repartiría sus vacaciones entre Calanda (donde regresaban en Semana Santa) y San Sebastián.
Así pues, Luis pasó toda su infancia y adolescencia en Zaragoza, donde cursó la educación primaria y secundaria, primero en Corazonistas (con mayoría de franceses), y luego durante siete años en el colegio jesuita de El Salvador, en la plaza de Aragón, a media pensión (con una gorra como uniforme). En 1908 asiste por primera vez al cine Farrucini (una barraca con una lona como cubierta) para ver una película coloreada a mano de dibujos animados. En esa época el cine era considerado todavía una atracción de feria y aún tardó unos años en haber cines estables. Luis vería durante su infancia muchas películas (su prima tenía acceso desde la cocina de su casa a la pantalla de uno de los primeros cines de Zaragoza). Cuando tenía trece años, a la vuelta de uno de los habituales viajes a París de sus padres, éstos le regalaron un teatro con personajes de cartón; con este teatro comenzó a ofrecer representaciones a los jóvenes de su pueblo.
A partir de 1913, paralelamente a sus estudios, comienza a estudiar violín y toca en el coro de la Virgen del Carmen de Zaragoza. Ese mismo año sale por primera vez de Aragón y viaja a Vega de Pas (Cantabria). En 191 es expulsado por los jesuitas del colegio a causa de una borrachera y se matricula en el Instituto de Enseñanza Media de Zaragoza (más tarde llamado Goya) como alumno libre. En esa época lee El origen de las especies de Darwin.
A los 17 años, terminado el bachillerato, parte a Madrid para cursar estudios universitarios. En la capital se aloja en la recién creada Residencia de Estudiantes, fundada por la Institución Libre de Enseñanza, donde permanecería siete años. Su propósito de estudiar, inducido por su padre, Ingeniería Agrónoma. En esta época se hace naturista y lleva una alimentación y vestimenta espartanas, gustando de lavarse con agua helada. Toma parte de las actividades del cine-club de la Residencia y traba amistad con, entre otros, Salvador Dalí, Federico García Lorca, Rafael Alberti, Pepín Bello y Juan Ramón Jiménez. También participó en las tertulias ultraístas y, todos los sábados desde 1918 hasta 1924, en las del Café Pombo, dirigidas por Ramón Gómez de la Serna.
En 1920 inicia, con el doctor Ignacio Bolívar, estudios de entomología, que abandonará para matricularse en Filosofía y Letras, rama de Historia, ya que se había informado de que varios países ofrecían trabajo como lector de español a licenciados en Filosofía y Letras viendo así una oportunidad de cumplir su deseo de salir de España. Con sus compañeros de la Residencia hace sus primeros ensayos de puesta en escena, con versiones delirantes del Don Juan Tenorio en las que actuaban Lorca, Dalí y otros compañeros.
Obra literaria,
Luis Buñuel había realizado varias intentonas en diversos campos antes de dedicarse al mundo del cine. Durante su estancia en la Residencia de Estudiantes de Madrid escribió algunos cuentos e historias breves que luego se recopilaron bajo el título de Escritos de Luis Buñuel.
• Una traición incalificable
• Instrumentación
• Suburbios
• Tragedias inadvertidas como temas de un teatro novísimo
• Por qué nunca uso reloj
• El ciego de las tortugas
• Teorema
• Lucille y sus tres peces
• Ramuneta en la playa
• Caballería rusticana
• Una historia decente
• La agradable consigna de Santa Huesca
• Una jirafa
• Sobre el amor.
Bernal Díaz del Castillo
Bernal Diaz del Castillo acompañó la expedición de Hernán Cortés y fue cronista de Indias. Viajó en 1514 al Nuevo Mundo en la expedición de Pedro Arias Dávila, que había sido nombrado un año antes gobernador de Castilla del Oro. En esos tiempos, era un joven de más de veinte años de edad, de baja instrucción escolar y que no contaba con riqueza en su tierra natal.
Al parecer estuvo con éste algún tiempo en la zona del istmo de Panamá. De allí viajó a la recién conquistada Cuba, donde gobernaba Diego Velázquez de Cuéllar, quien le ofreció, al igual que a otros españoles, indios en encomienda, lo que nunca se cumplió, permaneciendo dos años en donde no se le presentó ninguna situación ventajosa para sus intereses.
La población indígena de la isla se agotaba debido a las epidemias y trabajos forzados a los que no estaban acostumbrados. Con el objetivo de capturar indios, para luego venderlos como esclavos en Cuba, el gobernador de la isla organizó una exploración hacia las otras pequeñas islas del Caribe. En ese viaje realizado en 1517 se alistó Bernal, bajo las órdenes del capitán Francisco Hernández de Córdoba. Fue en ese año cuando tuvo sus primeros contactos con el vasto territorio que más tarde se llamaría Nueva España. En esa expedición exploraron las costas de Yucatán donde pudo percatarse de la existencia de ciudades en la misma. Después de penosas y peligrosas travesías, regresando a Cuba en condiciones desastrosas.

Al año siguiente, Bernal embarcó, en esta ocasión bajo el mando de Juan de Grijalva para explorar las tierras descubiertas. Por segunda vez retornó a Cuba.
Su entrada definitiva en México tuvo lugar en 1519, cuando se embarcó en la expedición capitaneada por Hernán Cortés. Hallándose bajo las órdenes directas de Pedro de Alvarado, tomó parte en no pocos de los principales hechos de la conquista del Imperio azteca. Hombre dotado de una memoria extraordinaria, habría de recordar muchos años después todos esos episodios y decidió ponerlos por escrito. Ello ocurrió cuando se hallaba ya en Guatemala, en donde contrajo matrimonio en 1544 con Teresa Becerra, hija de quien había sido uno de los conquistadores y alcalde ordinario de Guatemala. Díaz del Castillo hizo dos viajes a España en demanda de mercedes, en el segundo de los cuales participó en la famosa Junta de Valladolid que, sobre la esclavitud de los indios, perpetuidad de encomiendas y tributos, se celebró en 1550 (enfrentándose los argumentos contrarios de Bartolomé de las Casas y Juan Ginés de Sepúlveda). De regreso en Guatemala, al no lograr que el presidente de la audiencia satisficiera lo que pretendía haber obtenido en España, prosiguió en su lucha por los que creía ser derechos inherentes a sus méritos de conquistador.
Elegido regidor de la ciudad de Guatemala, concurrió a las sesiones del cabildo según lo muestran las actas suscritas por él. Hay indicios para afirmar que hacia 1557 había empezado a escribir su crónica sobre la conquista de México. Alonso de Zorita, que fue oidor de la Audiencia de los Confines y anduvo por tierras de Guatemala desde la primavera de 1553 a finales de abril de 1557, dice en su Historia de Nueva España:
Bernaldo Díaz del Castillo, vecino de Guatemala, donde tiene un buen repartimiento, y fue conquistador de aquella tierra, y en Nueva España y en Guacacinalco, me dixo estando yo por oidor de la Real Audiencia de los Confines que reside en la ciudad de Santiago de Guatemala, que escribía la historia de aquella tierra, y me mostró parte de lo que tenía escrito; no sé si la acabó, ni si ha salido a luz.
Revisando su obra una y otra vez, la dio al fin por concluida en 1575. Intitulada Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, incluye un vívido, épico y movido relato de los principales acontecimientos de ella, desde su comienzo hasta la caída de Tenochtitlán y otros aconteceres que a ella siguieron. Díaz del Castillo falleció en Guatemala en 1584. Sus restos se encuentran sepultados en las criptas principales de la Catedral (hoy en ruinas) de la Ciudad de Antigua Guatemala (originalmente Santiago de los Caballeros de Guatemala).
Díaz del Castillo fue testigo y actor de los principales sucesos de la caída de las grandes civilizaciones mesoamericanas, escapando milagrosamente de la muerte. El mismo dice "... ningún capitán ni soldado pasó a esta Nueva España tres veces arreo, una tras otra, como yo; de manera que soy el más antiguo descubridor y conquistador que ha habido ni hay en la Nueva España...", por lo que parece la persona más autorizada para contar la epopeya del siglo XVI, toda vez que
De quinientos cincuenta soldados que pasamos con Cortés desde la isla de Cuba no somos vivos en toda la Nueva España de todos ellos, hasta este año de mil quinientos setenta y ocho, que estoy trasladando esta mi relación, sino cinco.
Bernal conversaba frecuentemente con sus compañeros de armas sobre el tema de la conquista de la Nueva España; ese continuo evocar los acontecimientos fue formándole algunas ideas que más tarde dieron lugar a un conjunto de narraciones. Recurre a sus recuerdos, reforzados por los de sus compañeros, y por eso su obra puede ser considerada como colectiva, lo que no la exime de elementos subjetivos.
Obra
En su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España advierte que no sabe latín ni fue a la universidad, pero eso no era impedimento, porque:
Lo que yo vi y me hallé en ello peleando, como buen testigo de vista yo lo escribiré, con la ayuda de Dios, muy llanamente, sin torcer ni una parte ni otra....
Su obra, en efecto, está constituida por lo que vio y en ella plasma su experiencia personal, con el propósito de reivindicar el papel que en la conquista tuvieron las personas que como él ayudaron a personajes de mayor nota a conquistar una celebridad derivada más que nada de historiadores afectos a protagonismos singulares, como Gomara, de forma que oscurecieron el papel fundamental que ejerció la masa sencilla de los soldados, sin cuya consulta y apoyo nada podría haberse hecho. Bernal, pues, reivindica el papel colectivo del pueblo castellano en la conquista:
Mi intento desde que comencé a hacer mi relación no fue sino para escribir nuestros heroicos hechos e hazañas de los que pasamos con Cortés, para que agora se vean y se descubran muy claramente quiénes fueron los valerosos capitanes y fuertes soldados que ganamos esta parte del Nuevo Mundo y no se refiera la honra de todos a un solo capitán; porque no hay memoria de ninguno de nosotros en los libros y memorias que están escritos, y sólo el marqués Cortés dicen en esos libros que es el que lo descubrió y lo conquistó, y los capitanes y soldados que lo ganamos quedamos en blanco, sin haber memoria de nuestra personas y conquistas, que por sublimar a un solo capitán quieren deshacer a muchos.
La Historia verdadera está escrita con una gran vivacidad y llaneza, y un gran aliento épico, de lo cual nace su mérito literario. El mismo lo indica:
Según nuestro hablar de Castilla la Vieja, y que en estos tiempos se tiene por más agradable, porque no van razones hermoseadas ni policía dorada, que suelen poner los que han escrito, sino todo a las buenas llanas, y que debajo de esta verdad se encierra todo bien hablar. (CCXII, p. 303)
En el transcurso de sus narraciones indica qué sucesos presenció, cuáles le contaron sus compañeros y cuáles conoció por papeles o escritos de otros. El motivo que le incitó a escribir fueron las inexactitudes de Francisco López de Gómara y su crónica, y reivindicar la conquista de México como empresa colectiva, donde tanto protagonismo como el que se imputó a Cortés debería haber correspondido también a sus hombres y principales capitanes; sus contemporáneos (Antonio de Solís, por ejemplo) entendieron, sin embargo, que lo que le movió fue una cierta envidia a Cortés. La Historia verdadera fue vertida al francés por el poeta parnasiano francés de origen dominicano José María de Heredia en tres volúmenes (1877-1878).
Cronistas e historiadores.
André Breton.
De origen modesto, comenzó a estudiar medicina por presiones familiares. Movilizado en Nantes, durante la Primera Guerra Mundial, en 1916, conoció a Jacques Vaché, que ejerció sobre él una gran influencia, a pesar de haber escrito únicamente cartas de guerra. Entra en contacto con el mundo del arte a través del grupo dadaísta en 1916. Durante la guerra trabajó en hospitales psiquiátricos, donde estudió las obras de Sigmund Freud y sus experimentos con la escritura automática (escritura libre de todo control de la razón y de preocupaciones estéticas o morales), lo que influyó en su formulación de la teoría surrealista. Se convirtió en pionero de los movimientos antirracionalistas conocidos como dadaísmo y surrealismo. En 1920 publicó su primera obra Los campos magnéticos, en la que exploraba las posibilidades de la escritura automática a. Al año siguiente rompió con Tristan Tzara, el fundador del dadaísmo.
Fundó con Louis Aragon y Philippe Soupault la revista Littérature. En 1924 escribió el Manifiesto surrealista y a su alrededor se formó un grupo compuesto por Philippe Soupault, Louis Aragon, Paul Éluard, René Crevel, Michel Leiris, Robert Desnos, Benjamin Péret, deseosos de llegar al «Cambiar la vida» de Rimbaud y «Transformar el mundo» de Marx. «El surrealismo se basa en la creencia en la realidad superior de ciertas formas de asociación desdeñadas hasta la aparición del mismo y en el libre ejercicio del pensamiento. Tiende a destruir definitivamente todos los restantes mecanismos psíquicos y a sustituirlos en la resolución de los principales problemas de la vida». En este manifiesto además se asientan las bases del automatismo psíquico como medio de expresión artística que surge sin la intervención del intelecto. Muy pronto el movimiento se acerca a la política y en 1927 Aragon, Éluard y Breton se afilian al Partido Comunista, aunque la idea surrealista se alejará muy pronto del comunismo oficial. En 1928 publica en París Le surréalisme et la peinture. Con la publicación del Segundo manifiesto surrealista (1929) llegó la polémica: Breton, líder, o más bien "papa negro" del movimiento surrealista, concretaba la noción de surrealismo y afirmaba que debía caminar junto a la revolución marxista —fue miembro del Partido Comunista Francés desde 1927 a 1935—; por lo tanto, excomulgó, condenó y expulsó del grupo a todos aquellos que no coincidían con sus ideas; entre los expulsados se encontraron Roger Vitrac, Philippe Soupault, Antonin Artaud, Salvador Dalí y Robert Desnos. Escribe el libro de poesías La Inmaculada Concepción(1930) y Los vasos comunicantes, éste junto al también escritor Paul Éluard (1932).
La vanguardia española le citó en revistas como Alfar, Grecia, Hélix, Terramar, Art etc. y en 1922, con motivo de la exposición de Francis Picabia en las Galerías Dalmau, estuvo en España. En 1935 visitó Tenerife para asistir a la Exposición Surrealista organizada por la revista Gaceta de Arte, dirigida por Eduardo Westerdahl, lo que supuso un hito en la historia de la creación cultural en Canarias. Sobre esta experiencia escribió El viaje a Tenerife (1935), ensayo, y el poema Le château étoilé.
En 1934 contrajo matrimonio con Jacqueline Lamba, inspiradora de El amor loco. Dos años después nace su hija Aube. Su obra más creativa es Nadja, en parte autobiográfica. En 1937 inaugura la galería "Gradiva" en la calle de Seine, viaja a México donde conoce a Trotski, e influido por el trotskismo, redacta una nueva toma de posición, con el título de Manifiesto por un arte revolucionario independiente.
En 1941 se embarca en el Capitaine-Paul-Lemerle hacia Martinica, donde es internado en un campo. Durante la década viajó a Santo Domingo, donde ejerció fuerte influencia en los escritores jóvenes y donde participaba en tertulias de intelectuales en la casa de la pareja de inmigrantes alemanes Erwin Walter Palm e Hilde Domin. Liberado bajo fianza llega a Nueva York para un exilio que durará cinco años y publica los Prolegómenos a un tercer manifiesto o no, conocido también como Tercer manifiesto surrealista. Escribe La lanterne sourde (La linterna sorda). Un año después funda en la ciudad estadounidense de Nueva York la revista VVV. Es en esa ciudad donde conocerá a su nueva esposa, Elisa. Al comienzo de la segunda guerra mundial, vigilado por el gobierno de Vichy, se refugió en América; volvió a París en 1946. En 1956 funda una nueva publicación, Le Surrealisme Même, siguiendo hasta su muerte en 1966 animando al grupo surrealista. Poco antes de morir, le decía a Luis Buñuel, hoy nadie se escandaliza, la sociedad ha encontrado maneras de anular el potencial provocador de una obra de arte, adoptando ante ella una actitud de placer consumista. Murió en la mañana del 28 de septiembre de 1966, en el hospital Lariboisière (París). Fue enterrado en el cementerio de Batignolles, a pocos metros de la tumba de su amigo Benjamín Péret. Su poesía, recopilada en Poemas (1948), refleja la influencia de los poetas Paul Valéry y Arthur Rimbaud.
Ensayos
• Manifiesto surrealista (1924, 1930, 1946)
• El Surrealismo y la pintura (1928)
• Segundo manifiesto (1929)
• Antología del humor negro (1940)
• Prolegómenos a un tercer manifiesto o no (1942)
• Delito Flagrante (1949)
• El surrealismo a través de sus obras (1954)
Poesía
• Poemas (1948)
union libre
Otras obras
• Monte de piedad (1919)
• Los campos magnéticos (1920) (con Philippe Soupault)
• Claro de tierra (1923)
• Los pasos perdidos (1924)
• Nadja (1928)
• Los vasos comunicantes (1932)
• Point du jour (1934)
• El amor loco (1937)
• Arcade 17 (1944)
• La llave de los campos (1953)
• Ella
• El Quijote (1954)
Luis Buñuel.
Luis Buñuel nació en Calanda el 22 de febrero de 1900. Su padre, Leonardo Buñuel González, originario del mismo pueblo, donde tenía un negocio de ferretería, había consiguido una pequeña fortuna en Cuba y tras la guerra de independencia liquidó sus negocios y volvió a su pueblo natal, donde se casó con María Portolés Cerezuela, mucho más joven que él, con la que tuvo siete hijos: Luis (1900), María (1901), Alicia (1902), Concepción (1904), Leonardo (1907), Margarita (1912) y Alfonso (1915). A los cuatro meses del nacimiento de su primogénito, la familia se traslada a vivir a Zaragoza y a partir de entonces repartiría sus vacaciones entre Calanda (donde regresaban en Semana Santa) y San Sebastián.
Así pues, Luis pasó toda su infancia y adolescencia en Zaragoza, donde cursó la educación primaria y secundaria, primero en Corazonistas (con mayoría de franceses), y luego durante siete años en el colegio jesuita de El Salvador, en la plaza de Aragón, a media pensión (con una gorra como uniforme). En 1908 asiste por primera vez al cine Farrucini (una barraca con una lona como cubierta) para ver una película coloreada a mano de dibujos animados. En esa época el cine era considerado todavía una atracción de feria y aún tardó unos años en haber cines estables. Luis vería durante su infancia muchas películas (su prima tenía acceso desde la cocina de su casa a la pantalla de uno de los primeros cines de Zaragoza). Cuando tenía trece años, a la vuelta de uno de los habituales viajes a París de sus padres, éstos le regalaron un teatro con personajes de cartón; con este teatro comenzó a ofrecer representaciones a los jóvenes de su pueblo.
A partir de 1913, paralelamente a sus estudios, comienza a estudiar violín y toca en el coro de la Virgen del Carmen de Zaragoza. Ese mismo año sale por primera vez de Aragón y viaja a Vega de Pas (Cantabria). En 191 es expulsado por los jesuitas del colegio a causa de una borrachera y se matricula en el Instituto de Enseñanza Media de Zaragoza (más tarde llamado Goya) como alumno libre. En esa época lee El origen de las especies de Darwin.
A los 17 años, terminado el bachillerato, parte a Madrid para cursar estudios universitarios. En la capital se aloja en la recién creada Residencia de Estudiantes, fundada por la Institución Libre de Enseñanza, donde permanecería siete años. Su propósito de estudiar, inducido por su padre, Ingeniería Agrónoma. En esta época se hace naturista y lleva una alimentación y vestimenta espartanas, gustando de lavarse con agua helada. Toma parte de las actividades del cine-club de la Residencia y traba amistad con, entre otros, Salvador Dalí, Federico García Lorca, Rafael Alberti, Pepín Bello y Juan Ramón Jiménez. También participó en las tertulias ultraístas y, todos los sábados desde 1918 hasta 1924, en las del Café Pombo, dirigidas por Ramón Gómez de la Serna.
En 1920 inicia, con el doctor Ignacio Bolívar, estudios de entomología, que abandonará para matricularse en Filosofía y Letras, rama de Historia, ya que se había informado de que varios países ofrecían trabajo como lector de español a licenciados en Filosofía y Letras viendo así una oportunidad de cumplir su deseo de salir de España. Con sus compañeros de la Residencia hace sus primeros ensayos de puesta en escena, con versiones delirantes del Don Juan Tenorio en las que actuaban Lorca, Dalí y otros compañeros.
Obra literaria,
Luis Buñuel había realizado varias intentonas en diversos campos antes de dedicarse al mundo del cine. Durante su estancia en la Residencia de Estudiantes de Madrid escribió algunos cuentos e historias breves que luego se recopilaron bajo el título de Escritos de Luis Buñuel.
• Una traición incalificable
• Instrumentación
• Suburbios
• Tragedias inadvertidas como temas de un teatro novísimo
• Por qué nunca uso reloj
• El ciego de las tortugas
• Teorema
• Lucille y sus tres peces
• Ramuneta en la playa
• Caballería rusticana
• Una historia decente
• La agradable consigna de Santa Huesca
• Una jirafa
• Sobre el amor.
Bernal Díaz del Castillo
Bernal Diaz del Castillo acompañó la expedición de Hernán Cortés y fue cronista de Indias. Viajó en 1514 al Nuevo Mundo en la expedición de Pedro Arias Dávila, que había sido nombrado un año antes gobernador de Castilla del Oro. En esos tiempos, era un joven de más de veinte años de edad, de baja instrucción escolar y que no contaba con riqueza en su tierra natal.
Al parecer estuvo con éste algún tiempo en la zona del istmo de Panamá. De allí viajó a la recién conquistada Cuba, donde gobernaba Diego Velázquez de Cuéllar, quien le ofreció, al igual que a otros españoles, indios en encomienda, lo que nunca se cumplió, permaneciendo dos años en donde no se le presentó ninguna situación ventajosa para sus intereses.
La población indígena de la isla se agotaba debido a las epidemias y trabajos forzados a los que no estaban acostumbrados. Con el objetivo de capturar indios, para luego venderlos como esclavos en Cuba, el gobernador de la isla organizó una exploración hacia las otras pequeñas islas del Caribe. En ese viaje realizado en 1517 se alistó Bernal, bajo las órdenes del capitán Francisco Hernández de Córdoba. Fue en ese año cuando tuvo sus primeros contactos con el vasto territorio que más tarde se llamaría Nueva España. En esa expedición exploraron las costas de Yucatán donde pudo percatarse de la existencia de ciudades en la misma. Después de penosas y peligrosas travesías, regresando a Cuba en condiciones desastrosas.

Al año siguiente, Bernal embarcó, en esta ocasión bajo el mando de Juan de Grijalva para explorar las tierras descubiertas. Por segunda vez retornó a Cuba.
Su entrada definitiva en México tuvo lugar en 1519, cuando se embarcó en la expedición capitaneada por Hernán Cortés. Hallándose bajo las órdenes directas de Pedro de Alvarado, tomó parte en no pocos de los principales hechos de la conquista del Imperio azteca. Hombre dotado de una memoria extraordinaria, habría de recordar muchos años después todos esos episodios y decidió ponerlos por escrito. Ello ocurrió cuando se hallaba ya en Guatemala, en donde contrajo matrimonio en 1544 con Teresa Becerra, hija de quien había sido uno de los conquistadores y alcalde ordinario de Guatemala. Díaz del Castillo hizo dos viajes a España en demanda de mercedes, en el segundo de los cuales participó en la famosa Junta de Valladolid que, sobre la esclavitud de los indios, perpetuidad de encomiendas y tributos, se celebró en 1550 (enfrentándose los argumentos contrarios de Bartolomé de las Casas y Juan Ginés de Sepúlveda). De regreso en Guatemala, al no lograr que el presidente de la audiencia satisficiera lo que pretendía haber obtenido en España, prosiguió en su lucha por los que creía ser derechos inherentes a sus méritos de conquistador.
Elegido regidor de la ciudad de Guatemala, concurrió a las sesiones del cabildo según lo muestran las actas suscritas por él. Hay indicios para afirmar que hacia 1557 había empezado a escribir su crónica sobre la conquista de México. Alonso de Zorita, que fue oidor de la Audiencia de los Confines y anduvo por tierras de Guatemala desde la primavera de 1553 a finales de abril de 1557, dice en su Historia de Nueva España:
Bernaldo Díaz del Castillo, vecino de Guatemala, donde tiene un buen repartimiento, y fue conquistador de aquella tierra, y en Nueva España y en Guacacinalco, me dixo estando yo por oidor de la Real Audiencia de los Confines que reside en la ciudad de Santiago de Guatemala, que escribía la historia de aquella tierra, y me mostró parte de lo que tenía escrito; no sé si la acabó, ni si ha salido a luz.
Revisando su obra una y otra vez, la dio al fin por concluida en 1575. Intitulada Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, incluye un vívido, épico y movido relato de los principales acontecimientos de ella, desde su comienzo hasta la caída de Tenochtitlán y otros aconteceres que a ella siguieron. Díaz del Castillo falleció en Guatemala en 1584. Sus restos se encuentran sepultados en las criptas principales de la Catedral (hoy en ruinas) de la Ciudad de Antigua Guatemala (originalmente Santiago de los Caballeros de Guatemala).
Díaz del Castillo fue testigo y actor de los principales sucesos de la caída de las grandes civilizaciones mesoamericanas, escapando milagrosamente de la muerte. El mismo dice "... ningún capitán ni soldado pasó a esta Nueva España tres veces arreo, una tras otra, como yo; de manera que soy el más antiguo descubridor y conquistador que ha habido ni hay en la Nueva España...", por lo que parece la persona más autorizada para contar la epopeya del siglo XVI, toda vez que
De quinientos cincuenta soldados que pasamos con Cortés desde la isla de Cuba no somos vivos en toda la Nueva España de todos ellos, hasta este año de mil quinientos setenta y ocho, que estoy trasladando esta mi relación, sino cinco.
Bernal conversaba frecuentemente con sus compañeros de armas sobre el tema de la conquista de la Nueva España; ese continuo evocar los acontecimientos fue formándole algunas ideas que más tarde dieron lugar a un conjunto de narraciones. Recurre a sus recuerdos, reforzados por los de sus compañeros, y por eso su obra puede ser considerada como colectiva, lo que no la exime de elementos subjetivos.
Obra
En su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España advierte que no sabe latín ni fue a la universidad, pero eso no era impedimento, porque:
Lo que yo vi y me hallé en ello peleando, como buen testigo de vista yo lo escribiré, con la ayuda de Dios, muy llanamente, sin torcer ni una parte ni otra....
Su obra, en efecto, está constituida por lo que vio y en ella plasma su experiencia personal, con el propósito de reivindicar el papel que en la conquista tuvieron las personas que como él ayudaron a personajes de mayor nota a conquistar una celebridad derivada más que nada de historiadores afectos a protagonismos singulares, como Gomara, de forma que oscurecieron el papel fundamental que ejerció la masa sencilla de los soldados, sin cuya consulta y apoyo nada podría haberse hecho. Bernal, pues, reivindica el papel colectivo del pueblo castellano en la conquista:
Mi intento desde que comencé a hacer mi relación no fue sino para escribir nuestros heroicos hechos e hazañas de los que pasamos con Cortés, para que agora se vean y se descubran muy claramente quiénes fueron los valerosos capitanes y fuertes soldados que ganamos esta parte del Nuevo Mundo y no se refiera la honra de todos a un solo capitán; porque no hay memoria de ninguno de nosotros en los libros y memorias que están escritos, y sólo el marqués Cortés dicen en esos libros que es el que lo descubrió y lo conquistó, y los capitanes y soldados que lo ganamos quedamos en blanco, sin haber memoria de nuestra personas y conquistas, que por sublimar a un solo capitán quieren deshacer a muchos.
La Historia verdadera está escrita con una gran vivacidad y llaneza, y un gran aliento épico, de lo cual nace su mérito literario. El mismo lo indica:
Según nuestro hablar de Castilla la Vieja, y que en estos tiempos se tiene por más agradable, porque no van razones hermoseadas ni policía dorada, que suelen poner los que han escrito, sino todo a las buenas llanas, y que debajo de esta verdad se encierra todo bien hablar. (CCXII, p. 303)
En el transcurso de sus narraciones indica qué sucesos presenció, cuáles le contaron sus compañeros y cuáles conoció por papeles o escritos de otros. El motivo que le incitó a escribir fueron las inexactitudes de Francisco López de Gómara y su crónica, y reivindicar la conquista de México como empresa colectiva, donde tanto protagonismo como el que se imputó a Cortés debería haber correspondido también a sus hombres y principales capitanes; sus contemporáneos (Antonio de Solís, por ejemplo) entendieron, sin embargo, que lo que le movió fue una cierta envidia a Cortés. La Historia verdadera fue vertida al francés por el poeta parnasiano francés de origen dominicano José María de Heredia en tres volúmenes (1877-1878).

DESTRUCCION DE LAS FUENTES DE HISTORIA

La Historia se hace con fuentes. Una fuente es aquello que nos permite verificar un hecho histórico. La concepción tradicional de la Historia sólo considera como fuente el texto escrito. De hecho se divide la historia de dos partes: Prehistoria, antes de los textos escritos, e Historia, con la aparición de la escritura. Pero, evidentemente, esta es una visión reduccionista de la historia. Historia es todo lo que ocurren desde la aparición de la humanidad sobre la Tierra, haya texto o no. La escuela de los Annales negará el documento escrito como fuente indiscutible y máxima de conocimiento histórico. Toda realización que parta de la actividad humana será una fuente.
Se consideran fuentes, pues, a los textos escritos, la arqueología, las tradiciones orales, el arte, etc. Todo lo que ha producido la humanidad y todo lo que puede darnos información sobre el pasado. Evidentemente, las fuentes escritas son las más utilizadas: relatos, cartas, estadísticas, literatura, padrones, archivos, toponimia, etc. El documento por excelencia es el texto legal, pero este es interesado, ya que deja constancia de lo que interesa a quien tiene el poder. Un libro de Historia no es una fuente histórica, puesto que es un libro que ya interpreta los documentos; aunque puede ser una fuente para la Historia de la historiografía.
El mayor problema al que se enfrenta el historiador es el de cómo conocer los hechos del pasado. Para ello hay que buscar testimonios que nos los cuenten, fuentes que suelen estar dispersas. Pero una vez localizadas no se pueden creer sin más, es necesario comprobar su autenticidad, su veracidad, qué en el documento es adorno, si hay ocultaciones, etc. Los documentos conservados no hablan de lo que a nosotros nos interesa, sino de lo que les interesa a quienes los hacen. Por eso, de ciertos hechos puede haber muy pocos documentos, mientras que de otros existen innumerables datos, con lo que es necesario hacer un proceso de selección de los documentos, la Heurística.
El problema fundamental es determinar el grado de fiabilidad de la fuente, sobre todo si esta es escrita. Hay que determinar su autenticidad, saber su origen (que puede ser interesado), conocer el grado de credibilidad y hacer una crítica de ella. Pero, una vez estudiada y comprendida la fuente, no basta con publicar el hecho, es necesario interpretarlo y elaborar el conocimiento histórico.

RESTOS MATERIALES.

Si hacemos una comparación entre la cantidad de pueblos que han dejado una memoria escrita en el pasado, con el número de pueblos que ni siquiera conocían un método de escritura (pueblos ágrafos), nos daremos cuenta de que los primeros son una minoría bastante pequeña. Sin embargo, eso no ha impedido que los historiadores hayan logrado indagar como vivían esos pueblos, cuáles eran sus creencias, y de que manera se organizaban para obtener el sustento ¿Cómo se allegan los historiadores esos datos? ¿De qué medios se han valido para sacar a la luz esa información? los investigadores del pasado humano, remoto y reciente, acuden a las fuentes de la historia que listamos a continuación.
Documentos escritos.- Todas aquellas inscripciones que el hombre a dejado en diversos materiales como trazos en piedra, madera, ladrillo, metales, telas y manuscritos.
Restos humanos.- Fragmentos de huesos humanos y aun de antepasados del hombre que sirven para conocer el grado de desarrollo físico del hombre a lo largo de las diferentes etapas de su existencia.
Tradiciones orales.- El conjunto de leyendas, relatos, cuentos, mitos, fábulas, cantos que han pasado de padres a hijos a través de innumerables generaciones.
Restos materiales.- Tumbas, monumentos, palacios, instrumentos de trabajo y todo aquello que el hombre ha construido; restos que nos permiten conocer objetivamente el grado de adelanto cultural, económico y social de nuestros antepasados.

La arqueología estudia a las sociedades del pasado a través del análisis de los restos materiales dejados por ellos.
Su importancia para la Historia radica en el estudio de los antepasados y sus construcciones. Un ejemplo son las culturas prehispánicas, dado que sus habitantes fueron los iniciadores de la gran historia que ha influido hasta nuestros días.

Se puede destacar el hecho de que para realizar sus construcciones ellos no contaban con una gran tecnología y aún así, observando las mismas veremos que están realizadas con una gran exactitud.

"La Arqueología contribuye a la cosecución de objetivos propios del estudio de las Ciencias Sociales:

1.- Estudiar el pasado a través de la cultura material como fuente principal o complementaria de otras fuentes históricas.
2.- Acercar a los estudiantes al conocimiento de la vida cotidiana en el periodo antiguo. Se trata de un objetivo medular en la enseñanza de la Historia... con el fín de responder a cuestiones que la ciencia histórica se plantea: Quién, Dónde, Cómo, Cuándo". (Fernández Ochoa, Carmen, et. al. Arqueología: Enseñar desde las raíces de la Historia, 1989, p. 10).

La relación entre lo sucedido en una época y lo venido después, se puede redondear a través de los testimonios materiales. El contacto con los códices, las pinturas, las crónicas o las construcciones monumentales, ayudan al estudiante de Historia a desarrollar su capacidad de observación y analísis historico; de allí la importancia de fomentar la visita a los museos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario