jueves, 4 de marzo de 2010

UNIDAD 3

HORIZONTE PREHISTORICO

El origen del hombre americano no está del todo claro; sin embargo, la mayor parte de la comunidad científica está de acuerdo en señalar que el hombre americano no es autóctono.
Entre las teorías del poblamiento americano más aceptadas están:
a) La teoría fue propuesta en 1932 por el antropólogo norteamericano Alex Hardickla, que los primeros americanos llegaron a América, a través del Estrecho de Behring, provenientes desde Asia, en el año 40.000 adC. Aproximadamente, y su evidencia se basa en restos óseos encontrados en Norteamérica; además, esta teoría se vincula con las consecuencias que produjo la última glaciación y el efecto que tuvo al derretir los hielos de Alaska, permitiendo que el descenso de las aguas abriera un puente natural entre Siberia y Alaska, lo que llevó a bandas de cazadores y recolectores asiáticos a entrar en el continente americano persiguiendo a las manadas de los grandes mamíferos pleistocénicos. Esta hipótesis se conoce como “Teoría Asiática”.
b) Una segunda teoría del poblamiento americano fue planteada por el autor francés Paul Rivet. Este antropólogo, en su libro “Los Orígenes del Hombre Americano” publicado en 1957, propuso que el continente americano fue realizado por pueblos polinésicos que llegaron a las costas de América luego de atravesar el Océano Pacífico en pequeñas embarcaciones construidas de totora. En particular, Rivet planteó que pueblos de la Melanesia llegaron navegando a América, luego de hacer escala en las diversas islas polinésicas del Pacífico. Esta hipótesis se conoce con el nombre de “Teoría Oceanista”.
c) Una tercera teoría del poblamiento americano fue desarrollada por el portugués Méndez Correa y proponía una tercera vía por la que el continente habría comenzado a ser habitado. Méndez Correa planteaba que América fue colonizada por grupos de australianos que aproximadamente en el año 5.000 a. de C., aprovechado un fenómeno climático que aumentó las temperaturas de la Antártica durante el Holoceno, navegaron por varios siglos por las transitoriamente cálidas costas polares, y avanzando hacia el oeste lograron cruzar hacia Tierra del Fuego, para más tarde llegar a la Patagonia. Esta hipótesis se conoce como la “Teoría Australiana”.
Finalmente, es necesario señalar que estas tres teorías utilizadas para explicar el poblamiento americano, son complementarias y ningún autor refuta los postulados de los otros.
Los primero hombres que llegaron a América ocuparon Alaska y Canadá, y siendo poblaciones nómades, cazadoras y recolectoras, fueron desplazándose hacia el sur.
Se sostiene que además ingresaron pobladores por el Océano Pacífico, desde Malasia e Indonesia o Polinesia. Posiblemente arribaron a la zona ocupada por los actuales países de México y Perú.
Para considerar la Prehistoria americana, debemos tomar en cuenta que el desarrollo de los pueblos de este sector del mundo, fue en general, mucho más tardío que el europeo, ya que a la llegada de los europeos, sólo algunos de ellos, habían entrado en la Historia, pues la escritura fue un privilegio de pocos.
El hallazgo de un texto olmeca en un bloque de piedra en Veracruz (México), muestra que este pueblo ya había entrado en la Historia (considerando el conocimiento de la escritura como la división entre Prehistoria e Historia) hacia el año 900 a.C.
A la primera etapa, algunos autores la denominan período lítico y otros paleoindia, donde los grupos se dedicaban a la caza de animales de gran tamaño con los cuales convivían. Entre ellos encontramos el megaterio, el gliptodonte, el mamut, el tigre dientes de sable y el bisonte, para lo cual debieron fabricar lanzas con puntas de piedra largas y afiladas. Estos grandes animales fueron desapareciendo a medida que las temperaturas aumentaban y crecían los desiertos.

LOS HORIZONTES CULTURALES Y EL POBLAMIENTO DE AMERICA

Los primeros pueblos en llegar a Mesoamérica lo hicieron durante el pleistoceno, cuando los glaciares cubrían buena parte de la superficie terrestre. El momento preciso en el que aparecieron no es conocido, pero existe la certeza de que se produjo hace más de 15.000 años. Estos primeros pobladores descendían de grupos que habían emigrado a América desde el noreste de Asia, traspasando un ancho puente helado que cruzaba el estrecho de Bering y conectaba Siberia y Alaska (si bien teorías más recientes han apuntado la posibilidad de que la llegada, sobre todo a Sudamérica, se produjera a través de las aguas del océano en rudimentarias embarcaciones). Cazaban grandes mamíferos, como mamuts y mastodontes, usando eficaces y sofisticados venablos. También recolectaban una amplia gama de plantas silvestres, como semillas, nueces y bayas. Vivían en pequeñas bandas de 15 o 20 individuos. Todos los miembros eran considerados iguales.
El final del pleistoceno, hacia el 9000 a.C., estuvo marcado por los cambios climáticos. A medida que los glaciares se fundieron, subió el nivel del mar, la vegetación cambió y los grandes mamíferos se extinguieron. En respuesta a estos cambios, los grupos mesoamericanos del periodo arcaico desarrollaron estrategias de supervivencia que incluían la caza menor (especialmente cérvidos y conejos), recolección de plantas silvestres y los primeros experimentos agrícolas. Gracias a esto aprendieron a plantar muchas especies importantes como maíz, frijoles y calabazas. Una de las primeras en ser cultivadas fue un tipo de calabaza en forma de botella que podía vaciarse y utilizarse como recipiente para el agua y otros líquidos. Otras importantes cosechas domesticadas en Mesoamérica durante el periodo arcaico fueron los chiles, el tomate, el aguacate y el algodón.
Entre el 5000 y el 3000 a.C. la agricultura como dedicación exclusiva reemplazó a la caza y la recolección en Mesoamérica, y la gente comenzó a vivir en poblados permanentes. Algunas áreas con recursos naturales abundantes podían mantener poblaciones estables que no tenían que recurrir a la agricultura. Por ejemplo, en las tierras bajas ribereñas del golfo de México y el océano Pacífico, la vida sedentaria se basaba en la pesca y el marisqueo. Algunas regiones montañosas —como el valle de México, más conocido como valle de Anáhuac, en el centro del país— poseían lagos que hacían posible el sedentarismo basado en la actividad pesquera y en la caza de aves. No obstante, incluso estas regiones privilegiadas acabaron por adoptar la agricultura.
Durante este primer periodo, los pueblos eran pequeñas comunidades de una docena de casas hechas con adobe y ramas (una cubierta de varas y palos entrelazados recubierta de arcilla), con hornos para cocinar al aire libre, talleres artesanos y almacenes. El trabajo, incluyendo la agricultura, se organizaba con arreglo a los patrones del clan o familia extendida. No había divisiones sociales basadas en el rango, y el mando, el prestigio y los recursos se compartían por igual. Las diferencias de estatus se entendían estrictamente en términos de género, edad y cualidades personales.
Hacia el 2000 a.C., al principio del periodo preclásico, la agricultura se había extendido por toda Mesoamérica. Con el tiempo, supuso un abastecimiento fiable y abundante de alimento, que permitió el crecimiento de la población en la mayoría de las regiones. A medida que los asentamientos crecieron, aparecieron las primeras divisiones en clases sociales, y un gran abismo comenzó a separar a las clases dirigentes del pueblo llano. Algunos de los individuos más influyentes, o caudillos, y sus parientes cercanos acapararon poder, alimentos, tierras y otros recursos en mayor medida que la gente corriente.
Los poblados en los que vivían los caudillos eran mayores en tamaño e importancia que otros asentamientos, alcanzando probablemente el millar de habitantes. Se convirtieron en centros de actividad política y económica. Eran también importantes centros religiosos, y albergaban sedes ceremoniales más sofisticadas, como templos elevados y recintos sagrados. A partir de estas poblaciones principales, los mesoamericanos comenzaron a formar las sociedades complejas que caracterizarían la región.
La zona mas importante de desarrollo cultural en México fue la llamada Mesoamérica, su evolución fue larga y complicada. Tres son los periodos formativos en los que las diversas culturas se desarrollaron compartiendo mas o menos un mismo nivel cultural. Estos periodos o épocas conocidos también como horizontes son:

Poblamiento de América • Arribo a América de los primeros grupos, hace más de 30,000 años.
• Artefactos primitivos de piedras
Horizonte Arqueolítico • Presencia del hombre en territorios mexicanos desde hace 21,000 años hasta 14,000 años
• Son nómadas y cazadores recolectores
Horizonte Cenolítico Inferior • Desde hace 14,000 a 9,000 años
• Se utiliza la piedra y el hueso, así como las fibras vegetales.
• La cacería y la recolección se diversifican.
Horizonte Cenolítico Superior • Desde hace 9,000 a 7,000 años.
• Se fabrican diversas puntas de proyectil, implementos de molienda y canastas.
Horizonte Protoneolítico • Desde hace 7,000 a 4,500 años.
• Transición de nómadas a sedentarios. se fabrican piedras pulidas y aparecen los cultivos.
Horizonte Neolítico • Desde hace 4,500 a 1,500 años a.C.
• Se avanza en Agricultura. Aparece la cerámica
Horizonte Preclásico Inferior y
Medio • De 1,500 a 200 años a.C.
• Aparecen los primeros Olmecas
Horizonte Preclásico Superior • De 200 a.C. a 200 d.C.
• Periodo de Transición
Horizonte Clásico • De 200 d.C. a 900 d.C.
• Culturas: Teotihuacana, Antiguos Mayas, auge de Monte Alban
Horizonte Tolteca-Chichimeca • De 900 a 1,300 d.C.
• Toltecas, Chichimecas
Horizonte Histórico • De 1,300 a 1521 d.C.
• Culturas vivas hasta la Conquista.

Por la influencia del medio geográfico, las culturas que surgieron fueron de muy diversos tipos: grupos recolectores, cazadores, sociedades tribunales y complejas civilizaciones de gran esplendor, como la maya, la teotihuacana, la zapoteca y la mexica.

MESOAMERICA Y SUS AREAS CULTURALES

Mesoamérica (griego: μέσος [mesoz], 'intermedio' ) es el término con que se denomina la región del continente americano que comprende aproximadamente el sur de México (a partir de una línea que discurre desde el río Fuerte, baja hacia el sur hasta los valles del Bajío y luego sigue con el rumbo norte hasta el río Pánuco), y los territorios de Guatemala, El Salvador, Belice, y las porciones occidentales de Honduras, Nicaragua y Costa Rica. Se trata de una macrorregión cultural de gran diversidad étnica y lingüística, cuya unidad cultural se basa en aquello que Paul Kirchhoff definió como el complejo mesoamericano. Entre otras cosas, el llamado complejo mesoamericano incluye la agricultura del maíz, el uso de dos calendarios (uno ritual de 260 días y otro civil, de 365 días), los sacrificios humanos y la organización estatal de las sociedades. El complejo mesoamericano sirvió como herramienta teórica para distinguir a los pueblos de la región con respecto a otras macrorregiones culturales que los circundaban, como Aridoamérica y Oasisamérica. El primero de estos términos también fue acuñado por Kirchhoff. En las fuentes de habla inglesa, ambas macrorregiones son agrupadas en el Suroeste estadounidense (que en ocasiones incluye erróneamente como periféricas a las culturas del Bajío o el Norte de Mesoamérica).
Las tierras mesoamericanas se localizan entre los 10° y 22° de latitud norte. Pertenecen a la región la zona central de México, el istmo de Tehuantepec, la península de Yucatán; Guatemala, Belice, El Salvador y la costa pacífica de Honduras, Nicaragua y Costa Rica hasta el golfo de Nicoya. Se trata de una combinación compleja de varios sistemas ecológicos. Michael D. Coe agrupa los diferentes nichos en tierras altas (aquellas situadas entre los 1000 y 2000 msnm), que son conocidas como altiplanos; y tierras bajas, con alturas cercanas al nivel del mar, que no rebasan los 1000 metros de altitud. En el primer grupo cabe destacar su gran diversidad climática, que va desde los climas fríos de montaña al seco tropical. Predominan, sin embargo, los climas templados con lluvias moderadas. En las tierras bajas predominan los climas subtropicales o tropicales, como en la costa del golfo de México y el mar Caribe.
Algunos de los valles de las tierras altas de Mesoamérica poseen suelos fértiles con vocación agrícola. Tal es el caso de los valles de Oaxaca, el de Puebla-Tlaxcala y de México. Sin embargo, su situación intermontana impide el paso de las nubes. Esta situación es especialmente crítica en los valles de tierra caliente de la Mixteca, quizá los más resecos de las tierras altas. Además de la escasez de lluvia, existen pocas corrientes hídricas, de caudal reducido. Las primeras investigaciones arqueológicas en Mesoamérica planteaban que el clima debió ser más benigno en el pasado. Sin embargo, con el paso de los años y con la profundización del conocimiento sobre la región, se sabe que el clima no debió ser muy diferente de lo que es ahora, aunque los ecosistemas muestran un grado de desgaste importante, ocasionado por la actividad humana. Buena parte de las tierras altas muestran evidencias de una temprana deforestación, y varias especies han desaparecido de sus antiguos hábitats.
Una de las pocas especies domesticadas por los mesoamericanos fue el guajolote
Por lo tanto, las tierras altas de Mesoamérica, si bien no son extraordinariamente ricas, tampoco fueron demasiado pobres como para impedir el desarrollo de las altas culturas agrícolas de la antigüedad prehispánica. De hecho, su situación es similar a la de otras regiones del mundo donde ocurrieron procesos civilizadores tempranos, como el norte de Perú, o el valle del río Indo, en Asia. En estos sitios, como en Mesoamérica, los seres humanos debieron aprender a aprovechar al máximo los recursos de que disponían en sus nichos ecológicos. Los mesoamericanos de las tierras altas, como pueblos agrícolas, aprendieron a almacenar agua y a conducirla desde sus fuentes en las montañas hasta las tierras de labor. Quizá la más característica de las técnicas agrícolas de Mesoamérica fue el cultivo en chinampas, desarrollado en los lagos de la meseta Tarasca y especialmente en el valle de México, donde se conservan algunas zonas de chinampería en Xochimilco. Además, debieron aprender a contar el tiempo, puesto que el período en el cuál podían sembrar quedaba comprendido entre dos temporadas que amenazaban el buen término de las cosechas del principal cultivo el maíz la temporada seca y caliente de inicio de primavera y las heladas invernales.
Aéreas culturales.
Se denominan áreas culturales las regiones habitadas por pueblos que comparten varios elementos en común, ya sea por su ausencia o presencia en los sistemas culturales.
Una de las áreas más importantes durante la historia prehispánica de México fue la que se conoce como Centro de México. Está conformada por los valles de tierra templada a fría situados en la parte meridional de la Altiplanicie Mexicana y en el norte de la cuenca del río Balsas.
El área Maya es una de las más amplias de Mesoamérica. Algunos autores la dividen en dos sectores: la península de Yucatán, en el norte, y las Tierras Altas, en el sur. La primera comprende, además de la Península de Yucatán, el Petén y Belice. Se trata de una zona de tierras bajas y clima caliente, azotada por los huracanes y las tormentas tropicales del mar Caribe. Es una plataforma caliza, apenas elevada hacia el sur, en donde la denominada sierrita rompe la llanura del paisaje.
La región oaxaqueña fue desde la época mesoamericana una de las más diversas. Se trata de un territorio sumamente montañoso, enmarcado por la Sierra Madre del Sur y el Escudo Mixteco. Incluye una porción de la cuenca del río Balsas, caracterizada por su sequedad y complicado relieve. Sus cauces de agua son cortos y de poca capacidad. En ese sentido, se parece bastante a la región del Centro de México.
Tradicionalmente se considera a Guerrero como una región perteneciente al área Occidente. Guerrero fue el escenario de las primeras tradiciones alfareras de Mesoamérica. Los restos más antiguos de ella han sido encontrados en Puerto Marqués, cerca de Acapulco, y tienen una edad aproximada de 3500 años. Durante el preclásico, la cuenca del Balsas se convirtió en una zona de vital importancia para el desarrollo de la cultura olmeca, que dejó huellas de su presencia en sitios como Teopantecuanitlán y las grutas de Juxtlahuaca.
El Occidente es una de las zonas menos conocidas de Mesoamérica. Se trata por ello mismo de una extensa región, que comprende las laderas de la Sierra Madre Occidental, una parte de la Sierra Madre del Sur y la cuenca media y baja del río Lerma. Las estribaciones de la montaña estaban cubiertas de bosques de pinos y encinos, pero la actividad silvícola ha reducido su tamaño. La tierra tiene vocación agrícola por su fertilidad y la disposición de recursos hidráulicos, especialmente en la llanura costera de Sinaloa, el Bajío y la Meseta Tarasca. Los climas varían del frío de montaña, en el oriente de Michoacán, hasta el clima tropical de las costas de Nayarit.
La zona Norte de Mesoamérica formó parte de esta superárea cultural sólo durante el período clásico (150-750 d. C.), en que el apogeo de Teotihuacán y el crecimiento de la población favorecieron las migraciones hacia el norte y el comercio con las lejanas tierras oasis americanas. Se trata de un territorio llano, comprendido entre las sierras Madre Oriental y Occidental. El clima es seco, casi desértico, y la vegetación es escasa, por lo que la agricultura en el Norte sólo fue posible mediante la canalización de las corrientes de agua superficial con ayuda del río Lerma.
El área mesoamericana conocida como Centroamérica ocupa la zona occidental de Honduras y Nicaragua y las áreas circundantes del golfo de Nicoya en Costa Rica, donde existieron los reinos de Nicoya y Chorotega. Se trata de una región de clima tropical, con actividad telúrica importante, que incluye además los dos grandes lagos mediterráneos de América Central: la Nicaragua y el Managua. Como en el caso de la región Norte, Centroamérica formó parte del mundo mesoamericano sólo temporalmente. Se suele considerar que los pueblos centroamericanos forman parte de la llamada zona de transición entre el Área Intermedia, el mundo andino y Mesoamérica.

RASGOS CULTURALES DE MESOAMERICA

Los rasgos y tradiciones de Mesoamérica se desarrollaron en diferentes regiones y se extendieron por las diversas sociedades debido a los contactos interregionales. Para la época de la conquista española, que comenzó en 1519, la práctica totalidad de las sociedades mesoamericanas compartían estas características. Al desarrollo cultural contribuyó la diversidad ambiental de Mesoamérica. La división entre tierras altas y bajas producía diferentes plantas, animales y recursos en las diferentes regiones. Esta variedad alentó entre las sociedades unas relaciones basadas en el mutuo beneficio. Por ejemplo, los productos de las tierras bajas, como el algodón y el cacao (utilizado para hacer chocolate), se cambiaban por productos de las tierras altas, como obsidiana (un cristal volcánico utilizado para fabricar herramientas) y basalto (piedra de la que se hacían morteros para moler maíz).
Los arqueólogos dividen la historia cultural de Mesoamérica en cinco periodos principales: paleoindio (antes de 8000 a.C.), arcaico (8000-1500 a.C.), preclásico o formativo (1500 a.C.-292 d.C.), clásico (292-900 d.C.) y posclásico (900-1527 d.C.). Cada una de estas etapas supuso una serie de importantes desarrollos interrelacionados.
El periodo paleoindio abarca la época en que Mesoamérica, junto con el resto del continente americano fue ocupado por primera vez por bandas nómadas de cazadores-recolectores, cuyos antepasados habían emigrado desde Asia. Durante el prolongado periodo arcaico, los grupos mesoamericanos se establecieron en poblados permanentes y desarrollaron la agricultura como su principal medio de subsistencia. El mayor logro cultural del periodo arcaico fue el cultivo del maíz, que se convirtió en el alimento básico de la dieta mesoamericana.
Durante el preclásico se desarrollaron las primeras sociedades complejas, con grandes poblaciones sostenidas por la agricultura extensiva. Estas sociedades se segmentaron en una clase dirigente y otra popular. El desarrollo de estrechos vínculos entre las elites de las diferentes regiones hizo de Mesoamérica una entidad cultural definida, donde los pueblos compartían una ideología religiosa y una forma de gobierno, a pesar de estar divididos en sociedades distintas, con centenares de lenguas diferentes.
El periodo clásico contempla el máximo desarrollo de los primeros estados mesoamericanos dignos de tal calificativo, gobernados por reyes cuyo poder se asentaba sobre religiones oficiales y grandes y poderosos ejércitos. En estos estados se levantaron grandes y populosas ciudades y extensos sistemas comerciales. Existía una acusada estratificación social, entre cuyas clases se contaba un artesanado profesional y un campesinado, junto con una clase gobernante establecido. Tras el colapso de las grandes civilizaciones del periodo clásico, asistimos durante el posclásico al ascenso de otras sociedades en las que priman los canales comerciales a gran distancia y la potencia militar. Durante este periodo se dio una cierta secularización del estado, lo que implicaba que, aunque la religión seguía ocupando un papel importante, no estaba tan mezclada con la política y la economía. Los ejércitos adquirieron importancia en la medida en que protegían las rutas comerciales y servían para adquirir bienes y mano de obra mediante la conquista de otros estados. Fueron estas sociedades las que se encontraron los españoles, quienes iniciaron su conquista a principios del siglo XVI.

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